miércoles, julio 19, 2006

La conocí

La conocí un día soleado. Uno de esos días que se enmarcan y se cuelgan de la pared si están creados a trazos de acuarela. Sonrió al verme mientras yo hablaba con otra persona. Mis ojos fueron hasta los suyos y no los abandonaron en toda la tarde pese a que no cruzamos ninguna palabra. La segunda vez que nos vimos fue la última. Su lengua jugaba en mi cuello mientras se apresuraba a desabrochar mi pantalón. Sus labios anunciaban deseo y su pelo ondulaba al ritmo de mis latidos. Nuestras bocas aprendían a conocerse mientras una llave se introducía en aquella oxidada cerradura. Acabábamos de tumbarnos en la cama cuando el ruido de la puerta la hizo saltar. Yo todavía seguía confuso cuando ella ya se había puesto el vestido y salía hacia el pasillo nerviosa. Salí por la ventana, pisé una flores amarillas y salté una pequeña valla.