viernes, diciembre 30, 2005

Deseos

El 30 de Diciembre del 2004 hice una lista con los que llamé “mis deseos más irreflexivos”, ahora, un año después, pongo al día la lista:
-No tener que levantarme a las 6:45 ninguna mañana más (sigue como un deseo)
-Descubrir a que saben los labios de la chica que me cruzo todas las mañanas (he olvidado que chica era)
-Viajar, viajar y viajar (En pascua viajé por España, en verano fui a patear la Provenza Francesa, pero sigo queriendo viajar, viajar y viajar)
-Averiguar si mi compañera de trabajo es escandalosa en la cama (ya no tengo esa curiosidad)
-Seguir escribiéndoos (Sigo teniendo ese deseo, aunque he de reconoceros que este deseo pasó por baches a lo largo del año)
-Que me sigais leyendo (Si, si, si, cada vez más, me he convertido en adicto a vosotros)
-Leeros (Igualmente adicto a vuestros comentarios)
-Mirarte a los ojos (siempre será un deseo)
-Conocer la felicidad (hay que seguir deseando cruzársela este año)
-Poder compartir un café y una charla con todas y cada una de las personas que tenéis la paciencia de leerme (esto siempre será un deseo)

¿Y vuestros deseos?

¡FELIZ AÑO 2006!

martes, diciembre 27, 2005

Feliz Dia de los Santos Inocentes

Hace algun tiempo, una lectora de Confesiones de Baco me comentó que ella pensaba que Baco realmente era una mujer.
Hoy, despues de casi año y medio escribiendo en este modesto rincón donde tantas veces me he mostrado tal y como soy, donde tantas veces me he desnudado, quiero quitarme la única prenda que nunca arrojé al suelo, la única prenda que siempre llevé puesta, la única prenda que tapó algo de Baco.
Hoy quiero hacer una nueva confesión.
Baco es una mujer.



Ayer se celebraba el dia de los inocentes. Creo, no estoy seguro, que es una fiesta solo española, asi que para los muchos sudamericanos que me leeis os comento que es tradición en este dia gastar bromas. Así que espero que no os haya molestado que yo tambien haya querido participar haciendo una pequeña broma.
Baco es hombre, desgraciadamente es hombre. Lo siento por los lectores que se habian animado a escribir a la señorita Baco por primera vez, y les invito a que sigan participando del blog, aunque el que escribe sea el señor Baco.
En cuanto a las lectoras que se decantaban por el lesbianismo, os animo, siempre se esta a tiempo para experimentar nuevas sensaciones, eso si, Baco no podrá satisfacer sus deseos.
A todos, muchisimas gracias por leerme y confio en que hoy o ayer, según cuando lo hayais descubierto, os haya arrancado una sonrisa.

viernes, diciembre 23, 2005

Feliz Navidad

Miro una vez más el reloj, las manecillas avanzan fugaces alrededor de la esfera. No voy a llegar a tiempo. Bajo los cuatro pisos por la escalera porteando el pesado fardo que llevo conmigo esperando ser más rápido que el ascensor y salgo del patio con urgencia. En la calle el frío golpea mis mejillas y un ambiente húmedo lo invade todo. ¿Todo he dicho? No, no es así, de camino al coche me cruzo con un niño y su padre, andan cogidos de la mano, sonríen y sus caras son cálidas. Llego al coche y me encierro dentro, el reloj del salpicadero marca unos pocos minutos menos que las manecillas en mi muñeca, eso me tranquiliza. Cruzo velozmente calles semidesiertas, quedan pocos minutos cuando llego a las calles pobladas de gente, iluminadas por millones de pequeñas bombillas. Tengo suerte, pronto encuentro sitio para dejar el coche. Al salir y abandonar la calefacción el frío vuelve a golpearme, me recoloco la bufanda alrededor del cuello haciendo malabarismos con el paquete que he de llevar conmigo y comienzo a caminar por calles empedradas. Ahora vuelvo a fijarme en el reloj de mi muñeca perdiendo los minutos que gané. Toda la gente anda apresurada, envuelta en mil capas. La plaza esta brillante, la luz amarilla no deja que la oscuridad se esconda en ningún rincón. Miles de pasos golpean la plaza al mismo tiempo mientras penetro en la catedral. El silencio inunda mis oídos y solo se oye mi caminar. Allí dentro el frío no es tan crudo, algo que agradecen las dos abuelitas que arrodilladas en un banco rezan.Camino por un lateral de la planta hasta alcanzar unas rejas que impiden la entrada a unas escaleras. Aprovecho para tomar aliento y reposar el pesado bulto en el suelo. En ese momento un hombre aparece al otro lado de la verja, me sonríe con ojos grandes y bondadosos y abre la verja dejándome pasar. Le doy las gracias y comienzo el ascenso por la escalera de estrechos escalones pulidos por el paso diario. Alcanzo el final de la escalera y salgo al exterior, a 51 metros de altura el frío golpea más fuerte si cabe, pero el esfuerzo de subir 207 escalones me defiende de él. Me aproximo a la barandilla de la torre y desato el fardo que he llevado conmigo hasta ahora. Engancho uno de los extremos a la barandilla y miro por ultima vez mi reloj, marca las doce en punto, sonrío y arrojo el resto de la lona fuera de la torre...

martes, diciembre 20, 2005

Relato

No recuerdo cuando comenzó todo. ¡Hace ya tantos años que vago sin rumbo fijo!
Mis manos no sienten nada, tengo los pies fríos y expulso de mi boca un húmedo y gélido hedor.
Ayer estaba en Río de Janeiro, en la terraza de una vieja casa con la mirada fija en aquella joven chica de ojos oscuros. La acompañe durante horas, estuvo llorando todo ese tiempo abrazada a la foto de un pequeño bebe. Todavía sigue doliéndome cuando es una madre, noto que algo mío se va con ella.
Cuando se acercó a la cornisa adelanté mis brazos y los posé sobre sus hombros, me hubiera gustado abrazarla contra mi, era bella, el cabello negro caía a los dos lados de su rostro y solo un fino camisón cubría su piel oscura, habría posado mis labios en aquella suave piel pero ella no lo hubiera notado, como no notaba mis manos. La empujé. Oí el grito. A diferencia de lo que se cree es un solo grito, comienza arriba y cuando dejas de oírlo todo ha acabado, entonces comienzan los gritos de otras personas, las sirenas de ambulancias, pero todo eso es silencio.
En aquel momento mis ojos se cerraron durante unos segundos. Los volví a abrir en un oscuro callejón empedrado y húmedo, los carteles no estaban en portugués, ya no estaba en Brasil. Ahora sé que me encuentro en España, me rodean casas viejas, doradas por la tenue luz amarilla de las farolas. Solo he de esperar a que entre en la calle y mi vida se unirá a la suya hasta que llegue el fatal momento.
Lo veo venir a lo lejos. Es joven y se acerca con rapidez cargado con una mochila. Sus pasos resuenan en la solitaria calle, solo un vagabundo tirado en un rincón junto a su perro nos hace compañía.
Pasa junto a mi y me reflejo en sus pupilas, se adentra por una pequeña puerta coronada por un cartel que reza “Hostal El Carmen”. Dentro, con su voz grave pide una habitación a la dueña y le tiende un billete. Ella lo coge y da una ultima calada a su cigarro mientras se levanta y le pide que le siga. Subimos las escaleras siguiendo a la madura mujer de piel blanca y un escote que deja al descubierto gran parte de sus enormes pechos.
De pronto, siento algo que hacia años que no sentía. Nos encontramos con un niño en la escalera y clava sus ojos en mi, me mira fijamente cuando nos cruzamos. Yo arreglo el cuello de mi traje negro nervioso como ante la primera cita y sigo escaleras hacia arriba. La mujer abre la puerta y le tiende la llave al chico. Le dice que no dude en llamarla si necesita cualquier cosa mientras pasa una mano por su escote y sonríe provocativa. El chico le da las gracias adentrándose en la habitación y se cierra con llave. Deja la bolsa de deporte en la cama y se lava la cara en una sucia pila que hay junto a ella. Miro en su bolsa y lo comprendo todo, un revolver con tres balas descansa entre su ropa sucia. Ya conozco el final, solo queda esperar.
Él suspira mientras se dirige a abrir la mochila y yo desaparezco de allí, nunca en todos estos años había abandona a nadie antes de su momento fatal, siempre ligado a ellos, sin poder tocarlos, sin que me puedan ver, sin poder avisarlos pero siempre presente.
Ahora estoy en las escaleras y frente a mi el pequeño crío sonríe y me mira con los ojos más grandes que nunca me han mirado. No sé que decir, estoy confuso y es él quien habla. Me pregunta porque voy de negro si soy su ángel de la guarda. Ojala fuera tu ángel de la guarda le contesto mientras una lágrima recorre mi mejilla. Tampoco en todos estos años había llorado.
Entonces oigo un tiro en la habitación, me giro hacia la puerta aturdido por no estar allí apretando el gatillo y siento la pequeña mano del niño tocar mis dedos.
Caigo sobre el suelo y cuando despierto visto un traje blanco.

viernes, diciembre 16, 2005

Teo y Bea

Teo no la conoció una noche, no la conoció en la discoteca. Teo conoció a Bea como se conocen a las personas importantes, de casualidad. La conoció en la parada del autobús uno de los escasos días de lluvia. A Bea se le cayeron al suelo los libros a los que había estado abrazándose mientras llegaba corriendo a la parada. Teo, que la estuvo mirando mientras se acercaba, le ayudo a recogerlos y a subirlos al autobús, y durante todo el viaje, quizá absorto en las palabras de Bea, quizá porque no quería darse cuenta, Teo no sé percato de que el autobús que había cogido no era el suyo.
Pero Teo y Bea se despidieron sin acordar una cita, sin que ninguno de los dos pudiera localizar al otro. Mas como suele pasar en las historias importantes, la casualidad siguió su camino y Teo y Bea coincidieron en el autobús la semana siguiente. Y Teo esta vez si, invito a cenar a Bea.
Y dos días después, sentados en una mesa, Bea rió mucho con Teo, y aquella noche Teo se acostó pensando en Bea, y aquella noche Bea abrazo el almohadón pensando que abrazaba a Teo.
Y pocos días después Teo besó por primera vez a Bea. Y algunas semanas más tarde Teo le dijo a Bea aquellas dos palabras que ella estaba deseando oír. Y ni Teo ni Bea sabían que aquello que pronunciaban una tarde oscura en lo alto de un parque no los abandonaría el resto de sus días.

lunes, diciembre 12, 2005

Voy a hacerte una visita

Sentado en el sofá al calor del fuego, con un libro entre mis manos, cierro los ojos y respiro profundamente. Comienzo a caminar y noto como pierdo el calor que el hogar mantenía en mis mejillas. Los dedos se enfrían y mi aliento se suspende en el frío de la noche como el vapor de agua.
Escalo montañas que dejan rasguños en mis frías manos, atravieso ciudades nocturnas de gente desconocida, cruzo enormes prados silenciosos en la oscuridad y nado ríos de gélida agua. Penetro en una ciudad dormida y busco tu habitación. Poso mi mano en la manivela y se abre la ventana. La cruzo en silencio y te encuentro en la cama. Duermes acurrucada abrazando el almohadón. Mantienes una sonrisa en tus labios, quizá de tu último pensamiento antes de dormir, quizá fruto del lugar donde te encuentres ahora mismo, mientras sueñas.
Me acerco a tu cama y reconozco tu olor, me arrodillo y reconozco el calor de tu cuerpo, deslizo mis manos por tu mejilla y siento tu suave piel en mi cuerpo. Siento como abres los ojos y te alzas, siento como me miras sin decir nada, siento como dejas caer el camisón al suelo y quedas desnuda ante mi, siento como tus labios se posan en los míos y recorres mi cuerpo ahora desnudo para ti.
Siento tus besos penetrar en mi cuerpo, tus manos acariciar mis huesos y tus ojos verme dentro.
Sonríes y te acercas a mi oído, pecho con pecho siento tu respiración en mi mejilla mientras entre susurros me pides que te haga el amor.
Mi mano continua en tu mejilla y tu continuas durmiendo.
La ventana continua cerrada y mis mejillas calientes.
Yo continuo sentado en el sofá, frente al fuego, con un libro entre mis manos.

viernes, diciembre 09, 2005

Mudanzas

El día que llegaste no te esperaba y abrí la puerta sin saber que había detrás
El día que llegaste vistes mis muebles a medio desembalar.
El día que llegaste no te esperaba y no había preparado nada especial.
Juntos ordenamos la casa y juntos compramos el champán.
El día que te fuiste no te despediste y no había preparado nada especial.
El día que te fuiste estaban todos los muebles a medio embalar.

jueves, diciembre 01, 2005

Su sonrisa

Sus ojos de azul oscuro y profundo chocaban con su dorado cuerpo, era una niña castaña de pelo y rubia de piel. Tenia catorce años y una sonrisa que solo me dedicaba a mi. Nos cruzábamos todos los martes a las tres cuando entrábamos en el instituto y todos ellos, bajo la lluvia o el sol, entre el húmedo frío o la calidez de la primavera, siempre tenia aquella sonrisa.
Durante el día podías verla reír con sus amigas o sonreir ante un halago, con los profesores o sola en una esquina, podía mostrar sus blancos dientes mil veces al día, pero aquella sonrisa inexplicable, aquella sonrisa, estaba reservada para mi.

viernes, noviembre 25, 2005

Porque quise

Porque recuerdo tu perfume,
porque aquella mirada sigue alumbrando mi recuerdo,
porque llené mi vida de ti, porque ahora lleno mi vida de imitaciones,
porque tu ausencia es más fuerte que cualquier presencia,
porque la lluvia eran lagrimas y ahora solo agua,
porque la noche eran sorpresas y ahora solo oscuridad,
porque una palabra era una risa, y una risa un beso, y un beso mi vida,
porque quise perder todo eso,hoy en silencio me lamento.

lunes, noviembre 21, 2005

La cena

Entramos al restaurante, yo andaba un paso detrás suyo siguiendo las ordenes que me había dado unos pocos minutos antes. Al entrar, el camarero nos encontró una mesa apartada, como ella había sugerido y tras retirarle el enorme abrigo negro de piel y dejarla con un hermoso vestido de cuero, le apartó la silla para que se sentará. Yo seguía de pie mientras el camarero extrañado nos ofrecía la carta. Ella cogió una de las cartas y le dijo al camarero, que esperaba a que yo le cogiera la otra, que podía irse. Contrariado, nos dejó solos mientras yo todavía permanecía en pie. Probablemente la gente de otras mesas me miraba pero no puedo asegurarlo pues yo mantenía la mirada en el suelo sobre sus pies fundados en unas largas botas negras.
Por fin, me dió permiso para sentarme con una tajante orden.
Ella se encargó de pedir la comida para los dos y esperó a que la trajeran explicándome qué era lo que bajo ningún concepto debía hacer.
Nunca mirarle a los ojos. Nunca tomar la iniciativa, siempre debía esperar a que ella me diera permiso. Nunca dejar de dirigirme a ella como señora. Nunca hacer más de dos preguntas. Nunca tocarla si ella no me lo pedía. Nunca hablar con nadie si ella no me daba permiso previamente.
Entre prohibiciones pasó rápida la espera y pronto llegaron nuestros platos. Ella comenzó a comer lentamente mientras yo esperaba que me diera permiso.
Mi plato se enfriaba y la boca se me hacia agua oliéndolo y viendo como ella disfrutaba con cada bocado. Tras algunos minutos, me ofreció un trozo de su filete alargando el tenedor con la autoritaria orden de que lo probara.
Se deshizo en mi boca y llenó mi cuerpo de ansia esperando que ahora por fin me diera permiso para comer del mío, pero no lo hizo. Siguió comiendo de su plato mientras me decía que hoy en día no valorábamos lo que era poder comer un buen filete, el suyo estaba esplendido decía, y probablemente el mío también lo estuviera, aventuraba. Tenia la convicción que en cualquier momento me daría la orden de que comiera, quizá cuando terminara su plato, quizá el amo debe comer antes que el esclavo pensé.
Pero no fue así, al terminarlo, llamó al camarero y le dio permiso para retirar los dos platos. El camarero mirando el mío pregunto si no iba a tocarlo, quizá no me había gustado preguntó. Pero ella estuvo tajante. Le ha encantado, no se preocupe, dijo entre sonrisas.
Hizo lo mismo con el postré y para cuando pidió dos cafés hirviendo yo prácticamente ya no sentía mi estomago adormecido del hambre.
Entonces, con voz suave y autoritaria, me exigió que bebiera el café, de un solo trago.
Al coger la taza supe lo que me iba a costar beberme aquel café que quemaba mis manos, pero lo acerque a mis labios con decisión. Ella no me miraba, buscaba en su pequeño bolso un puro que saco y encendió lentamente dando grandes bocanadas.
Estaba convencida de que yo lo haría y para cuando comenzó a saborear el puro la taza se encontraba vacía. Había quemado mis entrañas pero me sentía satisfecho, contento, orgulloso.
Ella sonrió sin decir una sola palabra mientras degustó el puro y dio tiempo a que el café se enfriara.
Cuando salimos de allí, sin mirarme, sabiéndo que la seguía un paso atrás oí que decía, bien, lo has hecho bien.

miércoles, noviembre 16, 2005

Solo

Labios besados,
mentiras sin malicia,
llantos aplacados
con una caricia,
Falsas miradas
y sonrisas imitadas,
palabras iguales
y personas diferentes,
sabanas de colores
y recuerdos ausentes,
inolvidables olores
de cuerpos calientes,
risas de florero,
gemidos y silencios,
y la soledad del viajero.

jueves, noviembre 10, 2005

Déjame

Déjame que retire tu vestido, déjame que lo haga lentamente, descubriendo cada rincón de tu cuerpo en mi avance, encontrándome con tu suave piel a cada instante.
Déjame que te mire a los ojos mientras te desnudo, que sea testigo de su brillo cuando mis manos alcancen tus pechos, cuando mis dedos acaricien tus pezones y los noten endurecer.
Déjame que mis labios se acerquen a los tuyos, déjame unirme a ellos, déjame besarlos mientras mis manos llegan a tu cintura.
Déjame que apriete tu cuerpo contra el mío con los ojos cerrados.
Déjame seguir besándote todo el cuerpo, mientras descienden mis manos por tus caderas, mientras desaparece tu vestido y me pierdo en tu ombligo.
Déjame quitarte las bragas y contemplarte desnuda, déjame que memorice tu cuerpo desconocido, el mismo cuerpo de siempre.
Déjame que me cobije en los escondites que albergas, déjame que la humedad de tu entrepierna sea testigo de mi lengua.
Déjame penetrar en tu cuerpo de mil formas diferentes, déjame oír tus gritos, déjame ahogar los míos entre los dientes.
Déjame poseerte, déjame ser tuyo, déjame, déjame.

miércoles, noviembre 02, 2005

Memo Erótico

Sonela me cita para responder a este curioso cuestionario, y sinceramente, el cuestionario tiene unas preguntas que dejan mucho que desear, pero me resulta imposible decirle que no a una proposición de Sonela, y más aún cuando me ve como la traca final.
Así que allá voy...
1 - ¿Cuál fue el polvo de tu vida?
No fue el mejor, no fue el más divertido, ni el más apasionado, no fue el más placentero, ni fue una sucesión de polvos, pero sin duda, fue el primero con amor.

2 - ¿Cuál es el sitio más original que has follado?
Sonela añadía aquí abajo “pongo las preguntas tal cual, que nadie se me ofenda” y la entiendo, porque la frase no sé a quien se le habrá ocurrido pero esta bastante mal redactada, y por fastidiar, yo la corregiré.
Así que repito.
2 - ¿Cuál es el sitio más original en el que has follado?
Pues la verdad es que los sitios “raros” en los que he follado no tienen nada de original, porque son los que salen en todas las listas de este tipo. Playa, piscina, servicios de un teatro, de una tienda de ropa, de la universidad. Sin duda, me quedo con el de la universidad, no por raro sino por los recuerdos que evoca.

3 - ¿Qué es lo que más te gusta en el momento del folle?
Otra pregunta que reformularé:
3 - ¿Qué es lo que más te gusta mientras estas follando?
Sin duda mirar a la otra persona a los ojos, mientras nuestros cuerpos parecen unidos para siempre, mientras nuestras pieles se besan. Descubrir el brillo en la mirada de la otra persona indudablemente.

4 - ¿Qué es lo que más odias en el momento del folle?
Y otra:
4 - ¿Qué es lo que más te molesta mientras estas follando?
Si digo las interrupciones no mentiría, pero parece que soy repetitivo, así que las puntualizaré.
La llamada de teléfono puede ser molesta pero no suele llevar a la interrupción, basta con pasar de él.
Que alguien llegue a casa con llaves para penetrar en ella (nunca mejor dicho) suele ser la peor, aunque no es habitual, solo me ha pasado un par de veces.
Así que me quedaría con un clásico, aunque no sé si es común para todos o solo me ha sucedido a mi y a mis parejas. Me estoy refiriendo al “tirón”. Eso obliga a un minuto de parada mínimo.

5 - ¿Qué fantasía sexual te queda por cumplir?
Cualquiera contigo
6 - ¿Con qué personaje masculino y femenino de la blogosfera te darías un revolcón sin dudar?Una pregunta muy delicada. Empezaré la lista:
¿A quién le paso el testigo?
Prefiero dejar el testigo aquí y que lo coja quien quiera.

lunes, octubre 24, 2005

La Carta

Abro el sobre con cuidado mientras mi mente pasea por los recuerdos,
deslizo la carta y la desdoblo volviendo a ver los surcos de sus palabras,
viajo con ellos a otra vida, una vida que compartíamos en silencio,
una vida que solo ella conocía, una vida que yo confundía con la nada,
y entre palabras llenas de recuerdos y lágrimas que contienen un mar,
entre imágenes que nunca se olvidaran,
recuerdo la sonrisa de mi vida.

lunes, octubre 17, 2005

Esperando

Todavía tengo el sabor de sus labios en mi boca cuando despierto y busco a mi lado donde su ausencia ha dejado unas sabanas arrugadas.
No me di cuenta cuando se fue, solo recuerdo que nos dormimos cuando en la ventana ya se filtraba la luz pálida del amanecer.
Me gustaría pensar que salió sin despedirse para no despertarme, probablemente porque pensaría volver antes de que yo abriera los ojos. Me gustaría pensar que no seré para ella solo el recuerdo de una noche. Me gustaría pensar que compartiré con ella el desayuno, o el almuerzo. Me gustaría pensar que comeremos juntos.
Son las siete de la tarde, sigo esperando.

lunes, octubre 10, 2005

Anoche

La noche es clara, al menos en mi recuerdo. Los besos que nos damos recorren mi cuerpo aún ahora cuando lo pienso. Ella sonríe mientras besa, yo suspiro a cada beso.
Deslizo mis manos temblorosas por su cuello, por su pecho. Sus grandes pezones se endurecen bajo el sujetador que le quito y mi boca acude a su encuentro.
Nuestras pieles se rozan y sentirlo nos aíslan del mundo.
Me arrodillo ante ella mientras la desnudo y hundo mi boca en lo más profundo. Mi lengua saboreando el salado placer entre labios y mis manos en sus caderas notando cada una de sus lentas sacudidas.
Mi boca sedienta recorre su piel en el ascenso hasta llegar a su dulce boca.
Mis ojos se pierden en su mirada mientras penetro su cuerpo lentamente y oigo el sordo quejido del placer.

martes, octubre 04, 2005

Bésame

Acércate, sin miedo, y pon tus manos sobre mis mejillas, así, despacio, como si fuera la primera vez.
Bésame cerrando los ojos, nos veremos tan solo con la piel, como si fuera la primera vez.
Inunda la habitación con el sonido de tu respiración, oigamos un único latido de corazón, como si fuera la primera vez.
Que tus besos olviden lo que soy y que la música suene para siempre, como si fuera la primera vez.
No pensemos en mañana, no recordemos el ayer, como si fuera la primera vez, bésame.

jueves, septiembre 29, 2005

Esas calles

Ando calle abajo envuelto entre destrozadas fincas de grandes ventanales que destilan entre la piedra amarilla corroída por el tiempo y las puertas de madera un aire de dignidad. Mis pasos retumban en el antiguo empedrado mientras escudriño con la mirada a todas las personas que me cruzo.
Acercándose a mi, anda renqueante un enjuto abuelo de pelo amarillo más que blanco, viste una sudada camisa azul y un pantalón tres tallas mayor de lo que la moda dictaminaría. Cuando nos cruzamos sonríe mostrándome que los pocos dientes que le quedan tienen un desagradable color amarillo.
Devuelvo la sonrisa y sigo caminando hasta alcanzar de espaldas a un hombre joven, con cuello de toro y escaso pelo, muestra sus músculos tan solo cubiertos por una camiseta de tirantes negra.
Doblo la esquina para encontrarme en una plaza presidida por dos altas palmeras y llena de coches que no han visto la señal de prohibido aparcar. Entre los coches, tumbados, un hombre de largo y sucio pelo, vestido con mallas y camiseta negra y calzado por unas grandes botas de hebillas que algún día relucieron conversa con una joven mujer rubia de vestimentas similares que acaricia a su pequeño perro hijo de pastor alemán y quien sabe que más. Resalta la sonrisa de la chica y la seriedad con la que parece hablarle su compañero muchos años mayor que ella.
Sigo caminando sin olvidar su sonrisa mientras cruzo un par de pequeñas calles hasta llegar a una plaza donde los árboles no impiden la vista de una iglesia o convento, quien sabe, de enorme fachada. A un lado de la plaza, dos gitanas de unos 16 años golpean una cabina de teléfono no se si intentando recuperar lo que es suyo o llevándose lo que no lo es.
Tras ellas, dos marroquís, creo, se hablan al oído mientras intercambian algo tan disimuladamente que cualquiera se daría cuenta.
Y por fin, frente a la puerta de iglesia, empiezo a ver caras conocidas.
De espaldas a mi y cubierta por un vestido morado de resplandeciente brillo solo comparable al de su cabello negro una amiga en común charla con un hombre alto que remata su sobrio traje gris con una desconjuntada corbata amarillo huevo. Me acerco y, entre el saludo y la sonrisa, beso su suave mejilla que intenta forzar una cara apiadada.Me adentro en la iglesia dejando tras de mi sus caras preocupadas y allí, en la oscuridad del enorme templo pintado en blanco la veo a ella, también en blanco, también oscura. Su sonrisa forzada no disimula la lágrima que se desliza por su mejilla, quizá buscando encontrarse con las que inundan mi corazón. Un beso con sus manos apoyadas en mis hombros es todo lo que aquella tarde me dio. Lo que me quitó nunca podría juntarlo en palabras.

lunes, septiembre 26, 2005

Navegando

Recorro su vientre deslizando mis manos por su piel tibia. Surco líneas redondeadas sintiendo el finísimo vello erizarse. Asciendo pasando por sus pechos de pezones erectos. Su esbelto cuello me lleva a unas suaves mejillas, cobijo su vida entre mis manos mientras la observo. Abre sus ojos extremadamente azules y sonríe. Ahora es mi boca la que se aproxima a su cuerpo, mis labios rozan uno de sus hombros comenzando así a navegar por su cuerpo.
Estoy solo en alta mar, me agarro a sus caderas como si fueran el ultimo pedazo de barco a la deriva, beso sus labios buscando aire, la penetro lentamente sabiendo que soy un naufrago al que solo le resta dejarse llevar por la corriente a una playa de fina arena.
Sus gemidos son el rugido del mar bravo que me voltea, me lleva a las profundidades y sin respiración mi mente empieza a delirar. El agua recorre cada centímetro de mi cuerpo, me abraza impidiendo que salga a la superficie y mi boca abierta buscando aire se llena del jugo salado del violento mar. Me convierto en liquido y me entremezclo con la espuma de las olas que golpean enfurecidas el rompeolas. Lentamente acuna mi noche la calma tras la tempestad y con cuidado me deposita sobre la playa desierta como una concha vacía, recuerdo de una vida.

miércoles, septiembre 21, 2005

Escondiéndome

Ahora solo quiero esconderme, necesito estar protegido, necesito un lugar donde no tener miedo de nadie, de nada.
Te tomo de la cintura y poso mi frente en tu pecho, oculto mi piel en la tuya, mi cuerpo se hunde en el tuyo, me oculto en tu entrepierna, penetro en ella. Entre tus muslos me hago invisible, entre tus suaves piernas me siento seguro, quiero desaparecen abrazado a ti, quiero que tu vagina sea el cobijo de mis inseguridades, quiero cubrirme por el vello rizado del mundo y penetrar en las entrañas de tu cuerpo, quiero hundirme entre tus labios y esconderme en la oscuridad de tu sexo, quiero desaparecer mientras te llevo al orgasmo.

lunes, septiembre 19, 2005

Te busco

Te busco entre sombras, te busco entre letras, te busco entre suspiros y entre caricias.
Te he visto cientos de veces con diferentes ojos, distintas siluetas y otras bocas. Pero nunca eres tú.
Oigo palabras que solo tu podrías decir, veo sombras que dibujan tu silueta y me sorprenden miradas que son la tuya. Te veo, y nunca eres tu.
Te busco entre plásticos y música, entre posturas y ropa, entre sonrisas y deseos.
Pero nunca eres tú.
Entre cuerpos y besos, entre piel y sexo, entre placeres y sufrimientos, te busco.
Pero nunca eres tú.

martes, septiembre 13, 2005

Fotografiandola

Su piel es tan blanca que me recuerda a uno de esos vasos de leche que te pintan los labios cuando los bebes. Seguramente es el único color de piel que realzaría su cabello rubio que parece pedir libertad como las crines al viento de musculosos caballos blancos. Mientras, grita dibujando en el cielo un corazón con ondulados labios de tonos siempre rojos.
Vestida en negro como un ángel caído asusta sumergirse en la oscuridad de su cuerpo, aunque no debería tener miedo, el brillo de sus enormes ojos acompaña en el viaje a través de las curvas aceleradas que enmarcan su piel, curvas que solo con la guía de sus ojos puedes recorrer sabiendo que el recuerdo de sus labios rojos podrán hacerme mantener la cordura cuando el olor que tan solo puedo imaginar me embriague hasta perder la razón.

jueves, septiembre 01, 2005

Si uno pudiera

Si uno pudiera ser ese sol que dora tus hombros...
Si uno pudiera ser la brisa que acaricia tus mejillas...
Si uno pudiera ser el agua fresca que besa tus labios...
Si uno pudiera ser el amanecer que despierta a tu lado...
Si uno pudiera ser la noche que te arropa mientras duermes...
Si uno pudiera ser aquel prado en el que hinchas el pecho con los brazos abiertos...
Si uno pudiera ser el mar azul donde se refleja tu imagen...
Si uno pudiera ser la luna que ilumina tus ojos...
Si uno pudiera ser el niño que te hace reír...
Si uno pudiera ser el viejo que te hace sonreír...
Si uno pudiera ser tu vida...
Si uno pudiera vivir en ti...
Si uno pudiera dártelo todo...
...te lo daría.

lunes, agosto 29, 2005

Mediterráneo

La playa estaba casi desierta mientras tumbado en la arena apuraba las últimas páginas de un libro que vagaba por lugares que me impedían sentir los rayos de sol oscureciendo mi piel.
Ella, a mi lado, contemplaba el mar de olas espumosas que comenzaban a despertar de la tranquilidad avisando de la lenta subida de la marea.
La brisa comenzaba a refrescar nuestros rostros al tiempo que el sol emprendía un descenso vertiginoso.
Vi en sus piernas doradas un escalofrió y busque su mirada alejada muchos metros de allí. Fumaba mientras se imaginaba, quien sabe, quizá en medio del mar, nadando desnuda, con el agua salada bañando todos los rincones de su cuerpo.
Mi mano se poso en una de sus piernas sacándola de dondequiera que se encontrara y como regalo recibí una sonrisa y el tacto de su mano sobre la mía.
El brillo del atardecer reflejado sobre su rostro desafiaba la belleza del horizonte y sus labios entreabiertos expulsando el humo del cigarrillo me transportaban al cine en blanco y negro.El deseo recorrió mi cuerpo y mis labios buscaron los suyos ahogando su sonrisa en mi boca, haciendo de la playa nuestra alcoba y de la arena nuestras sabanas. Mis manos comenzaron el camino conocido de su piel suave convirtiendo el deseo en necesidad.

viernes, agosto 19, 2005

Un año

Vamos en su coche verde, conduce apresurada a través de estrechas calles hasta detenerse en lo que parece una antigua mansión deshabitada. Bajamos y ella no deja de sonreír, su sonrisa tiene el efecto de sorprenderme e hincharme el pecho como el primer día e intento aplacarlo mirando los suyos a través del escote. Esta noche esta especialmente preciosa y cada vez que miro sus ojos evoco una fría noche de recuerdos para una vida.
Sigo nervioso porque no ha respondido a ninguna de mis preguntas durante todo el viaje, no sé a donde hemos llegado, no sé el motivo, no sé absolutamente nada. Estoy indefenso. No sé donde estamos y estoy junto a mi bella Natalia. Doblemente indefenso.
Saca una llave de hierro antigua y la introduce en la cerradura de la enorme puerta de madera que tiene grabadas imágenes de hermosas Bacantes desnudas, pasa en silencio y se pierde en la oscuridad, yo voy tras ella pero ya no la veo, la puerta se cierra a mi espalda, la oscuridad lo domina todo hasta el punto que en aquella casa no hay ni sombras, tan solo un fuerte olor a humedad. De pronto oigo un murmullo que se convierte en una única palabra, FELICIDADES y como si fuera un rezo mágico junto con esas letras se hace la luz, una luz brillante que no ha venido sola, una luz llena de estrellas. A mi lado Natalia sonríe. Enfrente mío os tengo a todos.
La Princesa del Guisante espectacular, cubierta por un vestido verde de gasa me mira y siento la profunda admiración que me embarga cada vez que la leo.
A su lado,
Maricoché, sensual y ardiente, con una copa en la mano sonríe como solo ella sabe hacerlo y me enamora.
Junto a ella,
Elisabeta deja el mundo del mito que habitaba en mi mente para materializarse en la atracción de las más bellas curvas, el cuerpo del deseo.
Todavía sobrecogido descubro a
Paquilou y sus ojos me hipnotizan llevándome a la utopía de su cuerpo acompañados del paraíso de su ser.
Ahí esta también
Gota de Tinta, tímida, sincera, encantadora, irresistible...
Y a su lado Galilea iluminando la casa con su mirada, con sus sonrisa, con un cuerpo orgásmico.
Descubro también a
Florencia y la sensualidad de su cuerpo se apodera de mi, el deseo explota en los poros de mi piel.
Cristal vestida en cuero negro moja sus labios en la copa de champán y su mirada es a la vez una promesa y un castigo, es el sexo en estado puro.
A su lado
Alice, me mira con sus grandes ojos negros y me sumerjo en ellos, entro en su mundo y siento su piel clara en mis dedos, un escalofrió recorre mi cuerpo.
Es
SweetMayo quien me saca del bello cuerpo de Alice y me lleva a perderme con ella para encontrarnos juntos.
Sirena en una esquina resplandece y siento la necesidad de arrodillarme ante ella, ofrecerme con los brazos anudados en mi espalda.
Todos estáis allí y a todos me gustaría dedicaros una mirada, una palabra, una caricia. Y mis ojos no dejan de miraros a todos, entre sorprendidos y profundamente agradecidos...

Naia
Maruja de internet
Siempre así
Ali
Catuxa
Débvil
La Desordenada
Acéfalo
Piel
Lali
Cyberiana
Bud-white
Dragoon
Yulius
Jorge
Miuss
Ella
Hatsue-san
Cris_trasgu
Sociedad Bakoprosa
Juan Bakoprosa
Isthar
Magda
Lulu_ct
Blanquita
Alguien
Keleta
Aksaray
Bragas de Satén
Stand By
Ella
Piel Adentro
Faltrikeira
La Vecinita
Elsacapuntas
LuaDark
Littlethoughs
Lucidus
Gemmita
Rebecca y Daniel
Niobe
Tink
Lunaaaaa
siloam
DIVINIDAD-AFRODITA-PRIAPO
Bo Peep
Teseo
Atalía
Bankart
Onthedot
Paprika
Lucy in the sky with diamonds
Gatita
El afilador
Clara
Brumas
Selvio
Elbier
Minks
Nimux
M
Sabbat
Pifpobal
Menudita
Susana
Anónimo Maribel
Anónimo Canalla
Anónimo S.B.
Todos los anónimos que comentáis, y los anónimos que no comentáis

...Y corre el vino entre vuestras copas, entre vuestros labios que se iluminan al sonreír y siento que hoy que se cumple un año de
Confesiones de Baco el vino que moja mis labios para celebrarlo sois vosotros...

martes, agosto 16, 2005

Imágenes de una vida

Era un rostro de los que no se olvidan. Tenia unos grandes ojos marrones, ni muy claros ni muy oscuros, e igualmente neutra era la melena que se recogía en una corta coleta a la nuca. Sus pómulos marcados suavemente alzaban su cara haciéndola parecer altiva y su boca grande, boca de mujer con fuerte carácter, albergaba unos gruesos labios de color rosa natural que se mantenían encogidos en circulo dándole el aspecto de boca menuda. Un rostro duro que solo una perfilada mandíbula y un hermoso e interminable cuello desnudo suavizaban sin lograr evitar la sensación de miedo que una conversación con ella podría infundir.
Nunca supe si era altiva, o si su agresiva boca sabia sonreír, nunca cruce una palabra con ella, ni tan siquiera una mirada. Ajena a estas líneas que le escribo quizá ahora prepare el desayuno de sus hijos o duerma junto a su novio apurando una mañana de vacaciones. Quizá nunca olvide su rostro.

miércoles, agosto 10, 2005

Noche de verano

La plaza estaba tranquila y las conversaciones se dibujaban entre susurros. Yo tomaba una copa en la terraza de un pequeño bar con puertas de madera mientras disfrutaba de sus palabras decoradas con una bella sonrisa de gruesos labios. La luz amarilla de las farolas dibujaba caprichosas sombras que lentamente me atraparon llevándome con ellas, primero recorriendo los edificios, alrededor de la plaza que cobijaba a todos aquellos contadores de cuentos; dos amigos escuchando al tercero su ultima aventura con una chica del trabajo, una pareja preparando entre besos su cama, dos chicos y dos chicas entreteniendo la noche con una charla picante y en aquella esquina, antigua farmacia, nosotros dos.
Las sombras se fundieron en su piel dorada descendiendo por sus brillantes brazos desnudos, iluminando sus anchas caderas hasta que su vestido de tonos marrones desapareció ante mi y arrodillándome ante ella comencé a acariciar sus pies, a besar cada uno de sus dedos, sus tobillos y sus piernas, a besar sus suaves muslos hasta alcanzar su regazo. Un regazo donde hacerle el amor, un regazo donde dormir.

jueves, agosto 04, 2005

Meme literario

A los amigos hay que leerlos diariamente, porque si no se hace así, y además añadimos que el blog de nuestro amigo es muy pródigo podemos dejar pasar sin dar debida cuenta una petición expresa, y como es un amigo al que yo no le negaría nada, allá voy con mi lista de lecturas que pretendo hacer este verano, o en lo poco que queda de él, no sin antes avisar que es muy probable que sufra cambios, porque cuando se acaba un libro es como cuando se acaba una relación, no sabes lo que vas a necesitar despues:
- La muerte en Venecia, de Thomas Mann
- Antología poética, de Miguel Hernández
- Siddhartha, de Hermann Hesse
- Sinuhé el egipcio, de Mika Waltari
- Vivir en Provenza, de Meter Mayle

Y cumplida la lista a petición, me apetece recomendaros algunos de los libros que más me han gustado, aunque os advierto, no seré nada original, pero al menos intentaré ser variado:

- La hija del capitán, de Aleksandr Sergueevich Pushkin
Porque me encanta la literatura rusa y este libro es una buena introducción a ella. Ameno y de sencilla lectura (nada común entre las obras rusas) os abrirá el paso a otras obras como El jugador, Dinero para Maria o Noches Blancas.
- Kim, de Rudyard Kipling
Para enamorarte de la India y para leer a un escritor que ha escrito cosas preciosas.
- Por quien doblan las campanas, de Ernest Hemingway
Porque es una novela para conocer un país. Y si queremos conocer al escritor, podemos empezar por la sublime Paris era una fiesta.
- Lola espejo oscuro, de Darío Fernández-Floréz
Es la rareza que os traigo. Os sorprenderá lo bien que se mantiene pese a ser un libro de 1948.
- Cañas y barro, de Vicente Blasco Ibáñez
Acabo con literatura realista, porque me podéis llamar pesimista, pero tener presente este libro me recuerda la crueldad humana.

lunes, agosto 01, 2005

Playa

Tumbado sobre una toalla con la silueta de una mujer desnuda dibujada en negro y blanco luchaba contra la fina arena que intentaba alcanzar los lugares más recónditos de mi cuerpo. Mientras tanto, ella, ajena a mi esfuerzo, dormitaba a mi lado mientras el sol bañaba su cuerpo embadurnado en aceite solar y la respiración acompasaba el subir y bajar de aquellas enormes montañas que tenia por pechos, coronadas por puntiagudos pezones color oscuro que recordaban al más dulce chocolate.
Tras asumir mi derrota frente a la arena me percate que todas las miradas masculinas de alrededor y alguna femenina se perdían en aquella chica teñida en rubio que me acompaña.
La línea de sus turgentes pechos descendía en picado hacia un liso vientre donde su ombligo se dibujaba como un pequeño lunar y el moreno de su piel tan solo era interrumpido por el verde oliva del bañador que escondía, estoy seguro, un cuidado peinado en raya de su monte de Venus, digno preámbulo a sus suculentos labios que habrán aprendido besar.

miércoles, julio 13, 2005

Vueltas

Cuando se conocieron probablemente no pensaban en las consecuencias.
No pasó mucho tiempo hasta que las sonrisas dieron paso al sexo, y en aquel garaje del centro comercial, ella ahogaba sus gritos mientras era penetrada por él.
Ella buscaba compañía, él desahogo. Quizá nunca debieron estar juntos, o quizá, eso son las parejas, distintas necesidades satisfechas recíprocamente.

miércoles, julio 06, 2005

A oscuras

Sus manos tapan mis ojos por sorpresa desde atrás y ahora solo oigo su respiración lenta. Otras manos desabrochan con lentitud mi camisa mientras mis ojos siguen cubiertos. Al retirarme la camisa percibo el tacto de sus pechos desnudos en mi espalda. Sus pezones duros tiemblan a lo largo de mi cuerpo mientras noto una lengua desconocida recorrer mi pecho deteniéndose en los pezones. He perdido la noción del espacio y cada caricia se convierte en una sorpresa sobre mi piel mientras sus manos siguen ocultándome la realidad.
La boca desconocida esta sedienta y desciende por mi pecho y mi ombligo en busca de la fuente que sacie su apetito. Sus fuertes manos desabrochan mi pantalón mientras noto los suaves dedos de ella en mis ojos, impidiendo que la luz me despierte de la fantasía.
Una lengua caliente en mi vientre espera con paciencia mientras las manos que desabrocharon mi pantalón retiran con suavidad el calzoncillo mostrando mi pene ascendiendo con cada palpitación.
Sigo oculto tras sus manos frías y de largos dedos mientras mi polla se hunde en la boca desconocida.

viernes, julio 01, 2005

Ella

Recuerdo sus manos como el testigo de mis sueños, sus ojos como recuerdo de lo divino, sus besos la diferencia entre realidad y fantasía y sus sonrisas la felicidad en pequeñas dosis que nunca me abandonaron.

martes, junio 28, 2005

A veces

A veces conoces a personas de forma curiosa, a veces, esas personas pasan por tu vida fugazmente. Otras, su sonrisa perdura en tu mente sin saber muy bien porque, cuando cierras los ojos vuelven los cruces de miradas, quizá solo fueron eso, miradas cruzadas, quizá, el destino guarda otro momento o quizá haya sido caprichosamente cruel.

miércoles, junio 22, 2005

Único

No hay besos, son mordiscos, las caricias parecen azotes, mis labios presionan los suyos, las palabras fueron sustituidas por gemidos, nuestros cuerpos se aprietan con violencia, mis manos la recorren con pasión, mi camisa se abre expulsando botones, arranco su sujetador y mi boca bebe de sus pechos, los succionan mientras me deshago de su falda. Sus uñas marcan la pasión en mi espalda, sus dientes muerden mis labios y mis manos aprietan sus tetas.
Desabrocha mi pantalón, baja mi calzoncillo y lleva mi polla hacia ella, entre sus bragas que aparta a un lado la penetro, aprieto mi pelvis contra ella, mis manos fuerzan su cintura contra mi vientre, sus piernas se tensan, sus pezones se endurecen como acero, la saliva recorre nuestros labios pasando de una boca a otra, derramándose por las comisuras.
Sus gemidos son gritos, mis suspiros, gemidos, nuestras caricias, agresiones, nuestros movimientos, salvajes. Entro y salgo acompasándome con su boca.
Mi pecho contra el suyo, mi polla dentro suyo, mi lengua con la suya, mis ojos en los suyos.

lunes, junio 20, 2005

Encuentro

La mañana es brillante y mi nombre en sus labios suena fresco entre el calor sofocante. Avanzo hacia su silueta lejana y cuando la alcanzo su mirada desconocida grabada en la memoria de mis noches es una mirada recordada. Sonrisa única en sus labios. Momentos de silencios, ausencia de palabras mientras unos pocos centímetros es demasiada distancia. Mis manos se acercan y mis labios ganan los suyos, su lengua y la mía en una sola boca. Mis manos sobre su mejilla saben que el tiempo será poco. ¿Y cuando no es poco el tiempo con ella?
Mis besos son intentos inútiles de llevarla conmigo. La despedida rápida es la promesa del encuentro, del reencuentro, de los sueños en la realidad, de la realidad soñada.

martes, junio 07, 2005

Hoteles

Era un encuentro diario en aquel amplio ascensor de grandes espejos que nos llevaba al desayuno. Su mirada era tímida aún y su sonrisa fue lo primero que se me acercó.

Cuando coincidimos en la tienda del hotel en mis manos tenia un paquete de compresas y creo recordar que las suyas sostenían una cajetilla de cigarros.

Su sonrisa me paralizó y nuestras miradas, en silencio, detenidos uno frente al otro, empezaban a ser incomodas antes de que se decidiera a hablar. Me preguntó sobre el viaje, si lo estaba pasando bien. Ella no estaba de vacaciones sino por trabajo del hombre cuyo nombre colgaba de su cuello.

Los siguientes días en nuestra cita diaria en el ascensor su antigua mirada tímida ahora estaba clavada en mi, intimidante, curiosa.

Una tarde la encontré sola en la barra, sus hombros morenos y cubiertos tan solo por su rubia melena eran la atención de muchas miradas. Me acerqué. Tomaba una copa y fumaba despacio, el cigarro entre sus largos dedos. Permanecía en silencio. Sus gruesos labios de rojo intenso tan solo mostraban una suave sonrisa.

Mi ultima mañana, en el ascensor, no me miro, sus labios se acercaron por sorpresa y los míos se abrieron, no sé si sorprendidos o intentando aprovechar el momento, besaba suavemente, como temiendo romperse, sus manos rodeaban mis mejillas, el ascensor se abría mientras sus labios se alejaban.

viernes, junio 03, 2005

CADENA DE MÚSICA

Recogiendo el testigo de la dulce e incomparable Maricoché, y agradeciéndole que me de motivos para escribir en el blog, aqui van mis respuestas...

1.- TAMAÑO TOTAL DE LOS ARCHIVOS DE MÚSICA EN EL ORDENADOR.
Alrededor de 60 Gigas en el ordenador que utilizo habitualmente, unas quince mil canciones.
2.- ÚLTIMO DISCO QUE COMPRÉ.
Fue hace al menos dos años, y fue el primer disco y por ahora único que ha sacado un buen amigo de familia faraónica.
3.- CANCIÓN QUE ESTÁS ESCUCHANDO AHORA.
Ahora mismo, no sé si será casualidad pero escucho Lecho de Rosas de Revolver
4.- CANCIONES QUE NUNCA PARAS DE ESCUCHAR O QUE SIGNIFICAN ALGO PARA TI.
Solo unas pocas de las que significan algo para mi...
Es por ti de Cómplices por ser el primer regalo de ella.

Te quiero igual, o Victoria y Soledad, o tantas otras de Calamaro por componer el verano en que la conocí

Lisa y Fran de Revolver porque cuenta mi historia

Rosas de La Oreja de Van Gogh porque la escucho a ella

Lucia de Serrat porque cuenta la historia de todos los amores

Vente conmigo o cualquiera de Bruno Lomas porque es mi infancia

Mis ojos de Maná porque sonaba de fondo el gran dia

Esos ojos negros de Duncan Dhu porque sonó de fondo durante muchas noches

What a Wonderful World de Louis Amstrong porque solo comenzar a oir la quebrada voz ya hace que sobre el horizonte se dibuje un gran sol sonriente.

5.- PERSONAS QUE HAN DE RECOGER EL TESTIGO Y PONER EL MISMO POST.
Me vais a perdonar, pero esto de pasar el testigo no lo sé hacer, así que, todos mis lectores (los pocos que tengo) que se den el testigo por pasado, y quienes no tienen blog, me encantaría que contestaseis a la cadena musical en los comentarios de este.

miércoles, junio 01, 2005

Recuerdos

Su sonrisa es blanca y su mirada profunda hasta rozarte la piel.
Aquel día sus manos eran lentas y nerviosas, y de haberlos habido, estoy seguro que sus suspiros habrían sido silenciosos.
Tras unas horas, sonrisas y silencios cubrieron con un manto las sensaciones más intimas, como el deseo, deseo irracional.
En mi memoria, el recuerdo ha alcanzado el mito, nuestras palabras cruzadas se grabaron en el camino empedrado y el tiempo juntos es ya leyenda.
Ahora la distancia parece imponerse, pero nunca el olvido.

viernes, mayo 20, 2005

Ojos negros

He vivido una vida de ojos negros. Los claros han aparecido en ella siempre asombrándome, pero me he enamorado de ojos negros.
Ya en el colegio, en esa edad donde el cruce de miradas no tiene tintes sensuales, mi preferencia era una chica de grandes ojos negros y pelo lacio enmarcando su redonda cara. Cuando te miraban aquellos ojos parecías descubierto de tus mas íntimos secretos.
Más tarde, mi primera novia, una delgada chica de cabello claro y rizado, tenia unos ojos oscuros que parecían estar sorprendidos siempre. Su sonrisa inocente y sus ojos admirativos le conferían el misterio de quien no sabes si guarda un secreto o está esperando el momento justo para contártelo.
Después, en mi primera relación seria, un rostro moreno, de chica del sur con rasgos gitanos, solo podía tener aquellos ojos. Unos ojos que alumbraban cualquier situación; confío en que lo sigan haciendo. Aquellos ojos no necesitaban una boca para sonreír, no necesitaban unas manos para acariciarte, sus ojos podían hacerlo. Aún hoy, cuando pienso en ella, puedo verla sonreír solo con su mirada.

lunes, mayo 16, 2005

Ven y al fondo verás

Había oído hablar mucho de aquella discoteca.
Puertas de madera de olivo cerraban el paso a los curiosos, una amplia sala de tonos morados, vacía, seguramente porque la hora era temprana para los habituales del local.
No más de diez personas deambulábamos por allí cuando entré, pero tras una hora los roces se hacían inevitables por la abundancia casi obscena de gente con copas en la mano.
Cuando la vi, la sensualidad de sus pequeños pechos, de sutil silueta y sorpresa oculta, contrastaban con la voluptuosidad de pechos enormes, de escote redondo y curvas imposibles que llenaban aquel antro. Su altura excesiva reducía hasta la desaparición la notoriedad de sus curvas. Su vestido, ceñido, marcaba los pezones en el raso azul marino que los cubría, a ellos solos, pues en este caso no había tetas que cubrir.
De largos labios y afilado rostro, sus ojos claros y su sonrisa diabólica anunciaban peligro tras la dulzura de sus palabras ocultas por el humo del cigarro.
Cintura de avista y movimientos de cadera, que acompasaban unas largas piernas desnudas, me hipnotizaban mientras la veía alejarse a los servicios con la espalda solo cubierta por su largo pelo cobrizo.

lunes, mayo 09, 2005

Tú me lo pediste

Premios TODAS 2006
Me dijiste que lo hiciera aquella tarde, y tras el café en el bar, al borde de la playa, tras el paseo notando la fina arena bajo nuestros pies, tras hablar de cientos de cosas, ninguna de ellas importante, fuimos al hotel. Y allí, en aquella cama enorme, te tumbaste, tan solo tapada por la blanca toalla que sirvió para secarte después de la ducha.
Pronto tus brazos estaban atados, por tus muñecas, al grueso cabezal de madera de nogal con suaves pañuelos de seda. Y tus piernas, de blanca piel, abiertas, permanecían anudadas a la parte inferior de la cama. Yo, de pie, a tu lado, despedía tus hermosos ojos de brillante mirada cubriéndolos con un bonito pañuelo negro.
A partir de ese momento, desconocías donde estaba, que hacia y que pretendía hacer.
Mis labios te sorprendían acariciando tu precioso cuello y a los pocos segundos, mi lengua jugaba a recorrer la parte interior de uno de tus muslos mientras retiraba la toalla para contemplarte bella e indefensa, atada a la cama sin otra posibilidad que sucumbir ante mi.
Ahora en la parte interna de tu muñeca fundía mis labios en un tórrido beso. Y mis dedos suaves y lentos, descendían desde el cuello, pasando por el hombro y deslizándose a lo largo de todo tu brazo.
Desaparecía de tus sentidos, para volver a aparecer de pronto, penetrando mi lengua entre los dedos de tus sensuales pies. Mis manos presionaban la planta de ellos con suavidad, notando como se relajaban entre mis dedos hasta volver a desaparecer para ti.
Y aparecer con pequeños besos, suaves besos de labios calientes, en tus mejillas, en tu frente, en tu cuello, descendiendo lentamente a tu pecho, convirtiéndose en besos húmedos cerca de tus pezones, en la suave piel de tus tetas.
Acariciando con el dorso de mi mano tus caderas, tu cintura y tu ombligo, subiendo lentamente a encontrarme con mi boca, donde tras humedecerme un dedo rozo casi imperceptiblemente con la yema uno de tus pezones que crece instantáneamente. Ahora con las dos manos acariciando muy suavemente tus pezones, que se transforman en duros botones puntiagudos mientras comienzas a moverte, a retorcerte en la cárcel de tus ataduras.
Aparezco en tu boca mientras sigo excitando tus pezones. Mi lengua acaricia la comisura de tus apetitosos labios que entreabres, tienes hambre, suspiras, sigues moviéndote, cada vez más salvajemente, pero estas bien atada. Así que tras penetrar tu boca con mi lengua, presionar tus labios en los míos, y beber de tu saliva, desaparezco por completo.
Tu no lo sabes, solo esperas como un débil animalillo, pero te estoy contemplando, te miro tumbada y completamente desnuda sobre la cama, sensual, erótica, provocativa e indefensa, expuesta a mis deseos.
Y mis deseos son aparecer sin preámbulos con la punta de mi lengua entre los labios de tu vagina, pero suavemente, solo rozándolos, notando como al primer contacto se tensan, se erizan.
Comienzo a lamerlos desde abajo, los dos a un tiempo, el extremo de mi lengua apuntando en el centro, recogiendo así los primeros frutos de nuestro juego mientras asciendo hasta llegar al clítoris donde profundiza mi lengua impregnada ya de tu dulce jugo. Ahora si, tus jadeos anuncian que harás todo lo posible por desatarte, mientras mi lengua presiona tu clítoris, juega a rodearlo y lo golpea suavemente, noto que te tensas, que estiras fuerte intentando romper los pañuelos, pero no lo conseguirás.
Mientras juego entre tus piernas soy consciente que ahora mismo estarás abriendo la boca, deseando lamer, comer, besar, morder, pero solo puedes gemir. Soy consciente que deseas cogerme de la cabeza y apretarla contra ti, pero solo puedes apretar tus muslos alrededor de ella. Y me excito aún más, cada vez más, mientras te bebo por completo. Y me excito más y más sabiendo que deseas que te penetre, y cogerme de la cintura, y besarme, y abrazarme, y sentirme tan a dentro tuyo que te queme. Pero nada de eso puedes hacer, porque estas expuesta mis deseos.
Me dijiste que lo hiciera aquella tarde.

miércoles, mayo 04, 2005

Noche en la playa II

Yo también sonreí, entre sorprendido y entusiasmado.
No debí pensármelo mucho puesto que baje la ventanilla y sin dejar que desapareciera mi sonrisa, confío que agradable, le saludé al tiempo que le invitaba a tomar una ultima copa.
Con la mirada distraída y mostrando la ingenuidad que seguramente perdió hace años, aceptó y quedamos en pararnos enfrente, el semáforo se había puesto ya en verde aunque ningún coche apremiara detrás.
Me detuve tras ella, baje del coche y me dirigí al suyo. Ella con la ventanilla bajada no había hecho mención de descender. Me miró entre sonrisas tímidas y me dijo:
-Estabas en aquella discoteca, no dejabas de mirarme ¿cierto?
Intente salir de la forma más correcta, y quizá anticuada, que pude imaginar.
-Me resultó imposible no mirar a una chica tan atractiva.
Una nueva sonrisa de timidez se alojo en ella mientras decía.
-No exageres, soy una chica de lo más corriente.
Decidí no mostrarme demasiado adulador, así que cambie de tema.
-Y bien, ¿no vas a salir nunca de ese coche?
-Bueno, ¿donde vamos a ir? – me contestó
-Pues todavía no lo sé, pero dejamos uno de los coches aquí, ¿no?
-Esta bien, cierra el tuyo, yo te llevo – me sorprendió
Cinco minutos después estaba al lado suyo, en aquel BMW azul eléctrico con asientos de cuero y música chill out que mis oídos agradecían sobremanera después del estridente sonido de la discoteca que todavía rebotaba en ellos.
La chica sonreía mucho, hablaba lo suficiente y miraba poco.
Me llevo al mirador del faro y allí estuvimos charlando, dentro del coche primero, apoyados en la barandilla del mirador después. Sus ojos brillaban mientras me contaba que subía con su madre allí cuando era pequeña, al amanecer, y contemplaban como el mar negro se convertía lentamente en un rojo liquido primero, en un dorado manto después, y mientras comenzaban a verse gaviotas volar por el horizonte, como sonrisas del cielo, volvía el mar a ser azul.
Dentro del coche, con la música chill out sonando y el mar otra vez azul, sus besos me recordaban a las gaviotas volar.

martes, mayo 03, 2005

Noche en la playa I

El calor comenzaba a nublarme la vista y la machacona música había inutilizado mi capacidad auditiva. Solo el cubata que llevaba en mi mano izquierda, gracias al hielo y quizá a algún efecto del alcohol que más tarde intentaría resarcirse, me permitía mantenerme en pie con un mínimo de dignidad entre las amigas que mi prima había reunido junto a mi. En ellas la moda eran las largas espaldas morenas al descubierto, casi hasta no tener que imaginar sus glúteos. Mientras intentaba entre sonrisa y sonrisa decir algo que sonará ingenioso sin demasiado éxito, mis ojos buscaban como sacarme de allí aunque fuera solo con la imaginación.
Y lo consiguieron fijando la vista en una chica que frente a mi, bebía apoyada en la barra, tras aquel enjambre de espaldas desnudas. Era morena, de largo pelo liso que caía en puntas afiladas sobre sus hombros descubiertos. Me quedé absorto mirando y olvide por completo el intento de resultar divertido a mis acompañantes. Mis ojos estaban fijos en aquella chica de pantalón vaquero y camiseta negra que sonreía mientras charlaba con su amiga.
Cada vez me era más difícil mantener un mínimo contacto con mi entorno, pues mi mente había conseguido sacarme de allí volando y posarme junto a aquella morena de belleza picasiana que fumaba despacio y sonreía sin apartar la mirada de su pelirroja amiga.
Entonces me sumergí en la duda existencial. Mostrarme como un maleducado ante las amigas de mi prima e intentar conocer a aquella chica de boca grande y nariz afilada o dejar que acabará aquella noche de despropósitos y dejar un buen recuerdo totalmente olvidable del primo de Maria.
Debe ser que en el fondo soy un buen chico, o que cualquier excusa es buena para no enfrentarte a la fría mirada de una chica a la que quieres conocer y ella probablemente a ti no, pero el caso es que seguí entre aquellas chicas de moreno artificial y conversación similar.
Tras unas risas, más de un cubata y un par de horas, conseguí encontrar el lado positivo de las amigas de mi prima, quizá ayudado por el hecho de que ya hacia tiempo que mi inalcanzable belleza picasiana se había esfumado de aquel local playero.
Pasadas las cinco de la mañana decidimos abandonarlo nosotros también y nos dirigimos a los coches caminando por el paseo repleto de gente muy dispar. Gente que no podía mantenerse en pie, gente que pronto no podría mantenerse en pie y parejas que con la excusa de contemplar la luna estaban haciéndose mutuamente un examen bucal sino anatómico.
Después de llevar a su casa a dos de las chicas me dirigía ya a casa, somnoliento y con ganas de soñar con aquella morena de paso fugaz, cuando, en un semáforo, al mirar a mi derecha, descubrí una sonrisa conocida, era ella. Me miraba y sonreía.

miércoles, abril 27, 2005

Hoy soñé

Hoy soñé.
Nos encontrábamos cerca de mi trabajo. Una sonrisa iluminaba su cara, tal como la recuerdo. Pero sus ojos eran de mirada más intensa. Hablaba sin parar. Me enseñaba una chaqueta, regalo de él. Parecía contenta.
Dos cortes cicatrizaban en su cara. Pregunté por ellos. Dejó de hablar, su sonrisa se desvaneció.Hoy tuve una pesadilla.

viernes, abril 22, 2005

Chica del Sur

De gran mirada pero ojos pequeños, esa es la paradoja que convive con ella. De coraza de acero pero suave como el terciopelo, sus palabras sobrevuelan el mundo de lo real, cortando con afilado filo lo que tocan. Y al traspasar el umbral, penetrando su voz en mi, follándome con ideas, siento que quiero más.
Y no basta el tacto de su mirada, ni el olor de sus sentidos, ni el sonido de sus silencios.
Y no basta tenerla cerca ni lejos, y no basta una mirada ni un beso, y no basta con follarla...

miércoles, abril 20, 2005

Viaje

Las pequeñas casas blancas se ocultaban entre las construcciones de fincas de dos o tres alturas, feas, con balcones de hierro donde se amontonaba la ropa que secaba al brillante sol de aquella mañana de sábado.
El pueblo estaba a pocos kilómetros antes de llegar a Barcelona y un plano me había guiado hasta él.
Volví a cogerlo, “el parque a la derecha, el colegio a la izquierda, una farmacia, una tienda de electrodomésticos, torcer hacia la derecha, una plaza con una fuente, bordearla y torcer a la izquierda, semáforo, y la siguiente a la izquierda”.
Ya había llegado.
Aparqué frente al patio blanco con un gran numero 8 sobre la puerta. Era la casa de su cuñado. Le había dejado las llaves mientras ellos pasaban el fin de semana en el Camping con los críos.
Busqué la puerta en el amarillento videoportero. Al lado del numero 3, dos apellidos totalmente desconocidos para mi. Presioné con el dedo durante unos segundos y aguardé.
Notaba mis piernas temblar y un sudor frío recorrer mi espalda hasta aprisionar mi cuello con fuerza. Una voz se oyó al otro lado del aparato preguntar ¿quién?
Tras decirle mi nombre sonó el fuerte ruido metálico con el que se abría la puerta.
Pase al patio ya sin sentir mis piernas, los nervios se habían apoderado de cualquier otro sentimiento que pudiera experimentar.
Decidí subir los dos pisos por la escalera, lentamente, hasta descubrir aquella puerta coronada con un 3, me acerqué dispuesto a pulsar el timbre cuando la puerta se abrió.
Estaba vestida con un ceñido pantalón vaquero que resaltaba sus voluminosas caderas. La miré en silencio, ella también permanecía en silencio, sonriendo. Aquellos segundos transcurrieron para mi como si fuesen horas. Y esas horas se resquebrajaron cuando sus brazos me rodeaban en un abrazo intenso, caliente, de mejilla suave en mi mejilla, de grandes pechos en mi pecho.
Sonrío y separándose me dijo lo contenta que estaba de verme, de poder mirarme por fin a los ojos. Tienes unos ojos preciosos decía mientras mi pensamiento se había perdido en su cuello blanco, terso, seguramente suave. Oía su voz en la lejanía mientras miraba su camisa negra, tensa en los costados por el volumen de sus pechos. Sandalias que dejaban al descubierto los pies de hermosas uñas pintadas de negro.
Mire sus ojos, brillaban mientras sus rojos labios no paraban de juntar palabras en un ritual que había perdido todo el sentido para mi.
Al fin fui capaz de pronunciar tres palabras: Que alegría verte.
Pasamos al salón, hablábamos del viaje, del pueblo, de los recuerdos.
No recuerdo el momento en que sus labios llegaron a los míos.
Eran labios hambrientos, labios que te comían al besarte, labios gruesos, duros, que jugaban mientras su lengua descansaba para luego retornar, otra vez en mi boca, jugando con mi lengua, llegando más adentro, como intentando penetrarme, llegar tan adentro que tuviera la certeza que nunca saldría de allí.
Sus manos mientras tanto acariciaban mi pecho, suavemente primero, con fuerza más tarde, arrojando mi camiseta lejos, su boca descendió por mi pecho, comiendo de mis pezones, mordiendo mi ombligo, lamiendo mi vientre.
Y desabrochando mi pantalón vaquero, deslizándose dentro de mis calzoncillos extrajo mi erguida polla que introdujo en su boca, con labios en forma de O, su cabeza subía y bajaba, mi pelvis era acariciada por sus labios cuando toda mi polla desaparecía en su boca. Sus rojos morritos besaban la punta al sacársela.
Ella totalmente vestida y mi polla a punto de explotar. Así que me levante cogiendo su hermosa cara entre mis manos y me fundí en un suave beso para apaciguar a la bestia que estaba acabando conmigo.
Retiré su camiseta, ella sonriendo desenganchó el sujetador y mostró sus enormes pechos ligeramente caídos por la edad, pero duros y fuertes, de enormes pezones oscuros.
Todavía resuena en mi cabeza el “Fóllame” que surgió de su boca mientras mis manos amasaban sus pechos.
Bajándose los pantalones vaqueros y retirando el tanga a un lado se tumbó en el suelo, donde descendí yo para penetrarla hasta el fondo, oyendo sus suspiros, lamiendo el sudor de su pecho, bebiendo de su boca mientras las embestidas de mi pelvis le hacían temblar.Y allá, agarrado a su culo, besando sus labios, apretándome contra ella para que notara mi polla en sus entrañas, la oí gritar al tiempo que mis ojos se turbaban.

lunes, abril 18, 2005

Estar enamorado

Cuando se está enamorado no piensas en ella, no te acuerdas de ella. Porque cuando se está enamorado recordar no significa lo mismo, cuando estas enamorado no piensas, deseas. Desearías que viera lo que tu ves, que riera viéndote reír, te gustaría gritar y que te oyera. O que ella no te oyera, que te oyera el resto del mundo, que todos oyeran que cuando la miras sin que se de cuenta algo tiembla dentro tuyo. Y es entonces cuando hablas de ella, hablas siempre que puedes de ella, porque cuando hablas de ella parece que te estés comiendo un helado de fresa, y sonríes, y te gustaría verla y sonreírle, y apuntas en tu mente todo lo que quieres decirle, todo lo que te sucede a lo largo del día, porque todo lo has hecho para ella, y notas como tu pecho se hincha, justo como cuando ella te abraza.
Y entonces notas en tu piel su piel, acaricias la piel más suave del mundo, suave y tersa, y sabes que está lejos, pero tus dedos la siguen notando, recuerdos de anoche. Y te gustaría que no existieran las distancias, y que lejos y cerca significaran lo mismo. Te gustaría tenerla al lado cuando comes, cuando trabajas o cuando duermes, necesitas tenerla al lado cuando ríes, y necesitas tenerla al lado cuando lloras.
Sabes que ella está contigo vayas donde vayas, y desearías poder volar, volar entre las casas, por encima de los coches, para ir hasta donde está ella y decirle al oído, “yo también voy a donde tu vayas”.

viernes, abril 15, 2005

Bajo la Torre Eiffel

Aquel día un ceñido abrigo de cuero marcaba su cintura y descendía tapando buena parte de sus largas botas. Una camiseta negra contrastaba con su pálida piel y su largo pelo negro caía sobre sus hombros.
No era habitual ver dibujada en sus perfilados labios una sonrisa, y aquel día no era distinto.
Me saludó con un pequeño gesto de la cabeza y mirando alrededor dijo que nos metiéramos en algún bar a tomar una cerveza.
El bar que eligió estaba a diez metros, sus puertas y ventanales eran de madera oscura y en el interior todo parecía forrado de la misma madera.
El ambiente no estaba cargado, pero hacia calor. Así que dirigiéndose a una mesa del fondo comenzó a quitarse el abrigo que dejo en una de las cuatro sillas, se sentó en otra e hizo un ligero gesto al camarero para que se acercara. Todavía estaba sentándome cuando me preguntó si quería una cerveza, cuando llego el camarero mirando descaradamente los hombros blanquecinos que habían quedado al descubierto, le pidió dos cervezas.
Ya sentado frente a ella y con la escasa luz del bar podía contemplar sus enormes ojos negros brillar tras el pálido maquillaje.
Sacando un cigarrillo comenzó a hablar.
Su voz era pausada como siempre, imposible atisbar en ella las sensaciones que podrían imaginarse ante lo que estaba diciéndome.
Quería dejarlo, tras cinco años con él, ahora se había enamorado de una chica, una dulce chica rubia, de ojos azules y enormes pechos que estudiaba en mi facultad y me había acompañado a la ultima cena que hicimos todos juntos.
Tras la seguridad de sus palabras traslucía la incertidumbre de las reacciones que podía desencadenar, el deseo de un consejo. Pero nunca el apoyo, si yo era la primera persona a la que le contaba lo que pensaba hacer no era buscando un apoyo, Sonia nunca había necesitado un apoyo en ninguna de las decisiones que había tomado durante los cinco años que yo la conocía. Sonia solo necesitaba que alguien le dijera que Fran no moriría porque ella le dejara. Yo no pude decírselo.
Hoy recordé a Sonia. Se fue a vivir a Paris, recibí una postal suya hace tres años. Su última postal. Llevaba aquel abrigo ceñido de cuero. Al fondo la torre Eiffel. Su mirada brillaba y sus perfilados labios dibujaban una sonrisa. Ignoro quien estaba detrás de la cámara.

miércoles, abril 13, 2005

Sofá color pistacho

Aquel día desperté pronto, tomando un café oía las noticias de televisión española y mis ojos se esforzaban por no retornar al sueño.
Cuando cogí el coche comencé a ponerme nervioso, eran muchos kilómetros y no sabia que me esperaría al final de mi viaje. La música alta, el sol calentando la cabina y la velocidad contribuyeron a calmarme y llevarme lejos de allí, a pensamientos idílicos, a un encuentro inmejorable.
A las tres horas me encontraba en el lugar donde habíamos quedado y todavía faltaban diez minutos para la hora convenida. Cerré los ojos y me sumí en un profundo sopor del que me sacó un leve golpecillo en el cristal, abrí los ojos y allí estaba ella, mucho mejor que en fotos. Una dulce mirada de ojos azules, corto pelo rubio y gruesos labios de un rosa brillante que sonreían.
Rápidamente salí del coche y sonriendo bese sus dos mejillas. Su cuello desprendía un dulce olor fresco que me saco finalmente del estado somnoliento para introducirme en el nerviosismo exagerado. Ella sonreía y me preguntaba si estaba nervioso al tiempo que cogía mis manos y las apretaba fuerte. Yo sin pronunciar palabra seguía mirándola de arriba a abajo.
Sandalias que mostraban sus hermosos pies, pantalón vaquero y una camiseta blanca ceñida era su atuendo.
Pasando el brazo por mi cintura y juntándose a mi hombro me propuso ir a tomar algo.
Caminamos lentamente a lo largo del paseo, con el sol calentándonos, la playa a rebosar y nuestra charla amenizada por ella. Hablaba de la ilusión por conocerme en persona, de los nervios de la espera, de la alegría de verme en el coche... ¡durmiendo!
Pronto todo eso lo oía con una cerveza en la mano, mirándole a los ojos y con una mesa de cristal entre nosotros dos. Todavía no se había calentado la segunda cerveza cuando me propuso subir a su apartamento.
Era un apartamento pequeño, con poca decoración, estantes negros de gruesa madera en paredes extremadamente blancas, parquet oscuro y un largo sofá de color pistacho donde me invito a sentarme.
Hablamos mientras sus manos acariciaban las mías. Pronto sus labios estaban tan cerca de los míos que me vi abocado al beso, el beso de labios carnosos, de lengua sutil y de miradas silenciosas.
Me besaba mientras desabrochaba mi camisa que arrojo a una esquina de la habitación. Besaba mi pecho mientras me tumbaba en el sofá color pistacho y se subía encima mío. Y allí encima, con una de sus piernas a cada lado de mi cintura, con mis manos acariciando su culo, se quitó la camiseta y el sujetador blancos y con sus hermosos pechos al aire descendió por mis piernas desabrochando mi pantalón. Sacando mi, ya dura y grande, polla de la presión de mis calzoncillos.
Y mirándome mientras sonreía y sujetándola con fuerza de la base, comenzó a recorrer la punta suavemente con su lengua, haciendo círculos cada vez más estrechos con sus labios, lamiendo desde la parte inferior, coronándola en la punta.
Cuando se alzo sobre el sillón y deslizo los pantalones por su cadera no dejaba de mirarme. Del pantalón sacó un preservativo que rápidamente me colocó y se sentó sobre ella introduciéndosela de un rápido movimiento. Moviéndose lentamente al principio, sin dejar de mirarme, sin dejar de acariciar con ambas manos mi pecho, sonreía.
También lentamente, incrementaba la velocidad de sus subidas y bajadas, notaba el roce con sus piernas muy juntas, sobre mi pecho, al tiempo que ella movía su culo metiéndola y sacándola toda.
Sus tetas se balanceaban mientras ella me cabalgaba en silencio, sonriendo, eso si.
Recuerdo sus ojos claros ponerse cristalinos encima mío, cuando en silencio, solo por los gemidos, la acelerada respiración, el sudor, la tensión de todos los músculos de su cuerpo, y la contracción bestial de su vagina, mordiéndose el labio inferior, supe que se había corrido.

lunes, abril 11, 2005

Soñar

Cubre su cuello de suaves besos que no la despiertan. Mientras, con una mano, recorre sus pechos desnudos lentamente.
La mañana es silenciosa y aún se conserva el calor de la noche en la habitación. La luz del sol ya se filtra por la ventana iluminando parcialmente la cama.
El pecho de la chica se mueve al respirar y algo en su corazón funciona al compás de ese movimiento rítmico, suave, tranquilo.
Sus ojos cerrados le hacen pensar. Pensar en el tiempo juntos, en las risas y las caricias compartidas. Una lágrima recorre su mejilla cuando cae en la cuenta de que ella es la única persona que le ha hecho llorar de felicidad. Recorre la silueta de sus labios con la yema de su dedo índice.
Se dibuja una leve sonrisa en sus labios y abre los ojos, lo mira, sonríe y le dice:
-Estaba soñando contigo, era muy especial.
Él le pregunta que era eso tan especial en lo que soñaba. Ella le mira, mejillas sonrosadas, sigue sonriendo, y le contesta: -Soñé que me mirabas y una lagrima recorría tu mejilla de felicidad.

viernes, abril 08, 2005

Como bolas de billar

Sobre el tapete verde corren de un lado a otro. Se juntan y separan. Golpean dos con fuerza o se tocan suavemente, como una caricia en la mejilla.
Gritos de enfado y palabras que no se piensan, o que siempre se han pensado pero falta valor para decirlas.
Caricias y sonrisas de enamorados, o de apasionados, o simplemente de ratos divertidos, mirándose a los ojos o tocándose.
Besos de labios calientes, de cuerpos desnudos, de sexo salvaje. Gritos de orgasmo.
¿Gritos de enfado o de orgasmo?
Sobre el tapete verde corren de un lado a otro.

martes, abril 05, 2005

Planta Sexta

El sol de mediodía calentaba desde lo alto mientras mis manos jugaban con el contacto del coche, nerviosas, impacientes, entre tanto yo observaba tras el cristal la puerta del centro comercial.
Los minutos pasaban y el frío que dejo el aire acondicionado del coche comenzaba a desaparecer. A lo lejos, la calle parecía arder bajo la brillante luz.
Entonces las puertas de cristal se abrieron y tras un hombre mayor, encorvado y con bastón, apareció ella con su pantalón vaquero ajustado marcando sus caderas y una camiseta verde que dejaba al descubierto los hombros.
Accioné el contacto del coche. El motor tras un leve rugido se puso en marcha y ella comenzó a correr, puse la marcha mientras ella, sonriendo al otro lado del cristal, abría la puerta y entraba. Le eche un vistazo de arriba a abajo, sus pequeños pechos se perdían tras la descocada camiseta verde. Mirándome, me dijo Por fin juntos, y beso con suavidad mis labios, jugando con su lengua entre ellos.
Aceleré el coche y comencé a dejar atrás las derretidas calles.
En cinco minutos, con un tenso silencio, llegue al portal. Salimos del coche, cogió firmemente mi mano y
también en silencio nos dirigimos al portal, abrió el ascensor y entramos en él.
Ella intentaba mantener la mirada en el suelo, la mía sobre sus hombros, nuestras manos agarradas con fuerza. Planta sexta, el ascensor se abrió, caminamos y sacando la llave de su pequeño bolso abrió la puerta.
Pasé tras ella cerrando, el salón era grande, de escasa decoración, sobrio, moderno. Ahora si, sus ojos me miraban, pero seguía el silencio. Aquel beso del coche parecía irrepetible. Nuestras bocas estaban mucho más separadas que el escaso medio metro que aparentaba. Nuestras manos ya desunidas. El silencio se hacia pesado, el calor de la calle había calentado aquella estancia y una gota de sudor recorría mi frente mientras mis ojos seguían clavados en los suyos.
Un paso al frente juntó nuestras respiraciones, notaba el calor que desprendía su cuerpo.
Mis manos se dirigieron al tiempo hacia su rostro que ahora mantenía entre ellas, notando la suavidad de su cuello, de sus hombros, deslizando mis manos hasta llegar a sus pechos por encima de la camiseta verde. A ella que ahora volvía a mirar al suelo se le escapo un leve suspiro cuando mis dedos se detuvieron en sus pezones. Notaba como endurecían bajo su camiseta. Mis manos descendieron hasta su cintura y deslice la camiseta quitándola de en medio. Y allí, con mis manos en su cintura, su torso desnudo, sus pequeños pechos, como dos pequeños montes coronados por oscuros y duros pezones, me detuve a contemplarla. Seguía mirando al suelo, con un aire de inocencia y vergüenza.
Mis labios buscaron los suyos, su mirada se alzo hasta mis ojos, besaba sus labios que me parecían los más suaves que nunca había besado.
Sus manos, ahora, acariciaban mi espalda bajo mi camisa. Mi lengua recorría toda su boca.
Deseaba hacerla mía, sus manos desabrochaban mi camisa, besaba mi pecho desnudo, acariciaba mi ombligo arrodillándose ante mi, bajando el pantalon, deslizando por mis piernas el calzoncillo mientras besaba dulcemente mi polla que crecia y se endurecia.
Agarrandola con una mano la introdujo en su boca. Notaba la humedad de su lengua jugar alrededor de ella.
El sonido del timbre nos paralizó.

jueves, marzo 31, 2005

Madurez

Tan solo 15 años labran su piel. Una piel tersa y blanca que da la sensación de poder romperse como una débil figura de cristal al mínimo descuido. Su mirada es profunda, demasiado intensa para su edad. Una mirada que te hipnotiza mientras mantiene una conversación ajena a su edad, una conversación cruda sobre la mentira de los sentimientos, unas palabras marcadas por algún hecho que no logro descifrar ¿quizá un amor roto? ¿quizá una dolorosa infancia? ¿quizá la cruda realidad?

martes, marzo 29, 2005

La Fiesta

Nos encerramos en una habitación del primer piso, se oía la música en la planta baja mientras nosotros en silencio, con las manos cogidas, uno frente al otro, nos mirábamos a los ojos.
Sus labios se aproximaron a los míos, su lengua buscaba en mi boca, mientras nuestros cuerpos se juntaban. Mis manos en su cintura la estrechaban contra mi, y notaba la presión de mi excitada polla en su pelvis, de la misma manera que notaba sus pechos aplastarse contra mi.
Nuestros besos eran lascivos, húmedos, calientes, eran besos de presagio.
Eran besos mientras mis manos la desnudaban, arrojando al suelo su camisa, dejando al descubierto sus pechos sostenidos por un hermoso sujetador negro, contraste precioso con su morena piel.
Mis labios apresaban los suyos en una lucha encarnizada intentando apagar sus gritos, mis manos sujetando sus muñecas contra la cama transmitían a sus brazos la tensión de todo mi cuerpo. Mi polla se hundía dentro suyo, y mi culo se apretaba más y más, como intentando introducir todo mi cuerpo en su coño, como intentando penetrarla con todo mi ser.

miércoles, marzo 23, 2005

Salado

El salado sabor de sus besos despertaban en mi el deseo de su cuerpo, deseo de lo desconocido, de lo nunca visto, el deseo de follar y gritar, gritar y cabalgar encima de una mujer que cierra los ojos al borde del abismo, al borde del mar, del mar salado.

jueves, marzo 17, 2005

Sed

Y su cuerpo desnudo se retorcía en la cama como una serpiente, una serpiente sedienta que buscaba una fuente donde saciarse.
Y con rápidos movimientos sobre su propio cuerpo, mostrando sus pechos desnudos de puntiagudos pezones, su culo enrojecido por las ultimas embestidas y sus pálidos muslos, encontró la verga que saciaría su sed y la aprisionó con fuerza entre sus manos. Y hundiendo su culo en mi cara, la polla desapareció entre sus oscuros labios.