jueves, enero 27, 2005

El anillo

Era una noche vigilada por luna llena. Con las manos en los bolsillos del abrigo caminaba calle abajo, entre el solitario mercado y la imponente lonja de fría piedra. El vibrar de las amarillentas luces formaba caprichosas sombras en todos los rincones.
Aceleré el paso, llegaba antes de la hora convenida, pero no quería hacerla esperar ni un segundo. Necesitaba verla cuanto antes, sentir su respiración en mi pecho, necesitaba contarle lo que más deseaba en la vida, necesitaba darle el anillo que en mi bolsillo ahora, tantos años había esperado en mi corazón, y ni un segundo más merecía esperar.
La plaza de árboles desnudos y altas palmeras estaba desierta salvo por dos mujeres de botas hasta el muslo y cortas faldas. Combatían el frío con un cigarro en la mano mientras charlaban a la espera de un nuevo cliente. Mis pisadas resonaban en el piso mojado de humedad y se convirtieron en el único sonido cuando pase a su lado y callaron.
No pude evitar mirarlas, una alta, pelo corto y rubia, conjugada en un blanco perfecto, desde las botas hasta el bolso. La otra, bajita, media melena morena, con parecidas ropas pero en color negro. Ojos azules y una sonrisa cuando nuestras miradas se cruzaron.
Continué el camino con la sonrisa de sus labios en mi retina, mientras, a lo lejos, una alta figura se aproximaba lentamente. Vestido con ropas viejas, abrigo y bufanda parecían mantener el calor de su cuerpo, junto con el cartón de vino que llevaba en la mano. Sus pasos eran inseguros y al tiempo que se acercaba descubría bajo esa oscura barba un rostro borracho.
El cruce de nuestros pasos se produjo bajo la piedra del portal del ayuntamiento, allí donde el frío parecía apretar menos. Sus ojos se clavaron en los míos y por un instante recordé los de aquella dulce muchacha de sonrosados labios que segundos antes me había sonreído. Ahora veía los de él, los veía sorprendentemente cerca, y olía a vino, y pude contemplar su barba repleta de canas, y su respiración caliente, con el calor del vino saturando mis sentidos. Y el fuerte dolor en mi vientre se confundió con los gritos de dos mujeres al otro lado de la plaza, y su mano sosteniendo un cuchillo de cocina al apartarse de mi se confundió con el brillo de las farolas, y no distinguí entre el rojo que manchaba su mano con el blanco de la enorme luna, y no distinguí el rojo que inundaba el piso con aquel azul contemplado en los ojos de la chica. Y volví a ver aquellos ojos claros mirándome, arrodillada ante mi, llorando bajo el ruido de sirenas, y mirando sus ojos la sentí cerca, sentí el calor de su cuerpo y vi las lágrimas recorrer sus mejillas. Y sentí su mano entrar en uno de los bolsillos de mi chaqueta. Y el azul, y el rojo, y el amarillo, el blanco y el negro, el olor a vino y el frío, la sonrisa y su respiración en mi pecho, todo, se fue con el anillo.

miércoles, enero 26, 2005

Fría mañana

Frío desolador en una mañana tierna.
Frío de cielo raso y aire quieto.
Frío de manos enguantadas.
Frío de lagrimas en los ojos y labios cortados.
Frío de botas altas y abrigo negro.
Calor de café de mañana.
Calor de labios rojos.
Calor de sonrisas y miradas
Calor de besos.
Calor de cuerpos y pelvis encontradas.
Manos que se deslizan bajo la camisa, que desabrochan botones, que acarician pechos, que endurecen pezones.
Labios que recorren el cuerpo, besos que detienen el tiempo, caricias que calientan el alma.

lunes, enero 24, 2005

Llegando a casa

Sus besos entrecortaban mis palabras, mi lengua dejaba las suyas a medias, en el portal, en el silencio de la madrugada, agarrando su cintura, apretándola contra mi, las risas y nuestros besos iban de la mano. Comenzó a abrir la puerta, tras ella, mis manos se deslizaron a sus pechos sobre el negro suéter buscando los pezones, pasamos dentro, esperando el ascensor una de sus manos comprobó la excitación en mi entrepierna. Besos que compartían la saliva de nuestro deseo mientras entrábamos al ascensor. El suéter de hombros descubiertos se deslizó mostrándome sus tetas desbordando el sujetador, la puerta se abrió mientras ella se cubría, entre risas abrió, entre risas entramos, y mirándome con ojos de mala chica me arrojó al sofá, desabrochó mi pantalón y comenzó a acariciarme sobre el boxer, introdujo la mano bajo él.
Sujetándola fuertemente por la base, tiro de ella, su cara se torno en lujuria y arrodillada ante mi, su lengua se aproximo al tiempo que la mano que presionaba la base de mi polla apretaba hacia abajo. Noté en todo mi cuerpo el primer contacto de la puntita de su lengua sobre la parte inferior del glande, noté como lo recorrió hasta la punta, noté como comenzó a realizar círculos sobre él y mis ojos se cerraron acompañados de un suspiro cuando bruscamente hundió mi polla en su boca. Los volví a abrir para contemplar su cara de deseo insaciable mientras chupaba, sus ojos mirándome entre lametón y lametón.
Mis gemidos ahogaban el sonido de mi polla restregándose en su boca. La endiablada velocidad con la que se la introducía en la boca seguía incrementándose. Mis gritos anunciaban los flujos que ella no rechazó, descendiendo la velocidad en el momento justo, penetrándose su boca profundamente y aguantándola ahí, sentí el recorrido a lo largo de la polla hasta llegar al final, hasta llenarla de mi.

miércoles, enero 19, 2005

En el restaurante

Contemplaba las mesas al ritmo del sonido de los cubiertos chocando contra los platos y el leve murmullo de la gente hablando. Parejas, grupos de amigos, familias, todos parecían charlar entre bocado y bocado. Minutos antes hubiera pensado que estábamos solos, hubiera pensado que nada se oía en el restaurante salvo su suave voz.
Abandoné mis pensamientos al verla retornar por la puerta que conducía a los servicios. Se acercaba a la mesa tan radiante como un par de horas antes cuando salio del portal de su casa con un ceñido vestido rojo que dejaba al descubierto sus rodillas oscurecidas por las medias para subirse a mi coche.
Me sonrió al tiempo que se sentaba, al inclinarse su prominente escote me transportó a una gran cama, a rítmicos movimientos encima mío, a sus pechos subiendo y bajando acompasados con mis penetraciones.
- Te he traído un regalo.- Fueron las palabras que me devolvieron al restaurante.
- Vaya, ¿del servicio? ¿que es?
- Míralo tu mismo, esta ahí dentro. - Me dijo, alargándome el pequeño bolso negro a juego con sus zapatos de altos tacones.
Lo cogí, lo acerque a mi regazo, y con un pequeño clic lo abrí para observar su interior. Mi corazón comenzó a palpitar, sentí la excitación recorrer mi cuerpo en el preciso instante en que descubrí un tanga rojo allí dentro. Levante la vista sin que ninguna palabra pudiera salir de mi boca.
Ella sonreía.
- Es lo que piensas, hace cinco minutos lo tenia entre las piernas. Ahora estoy más fresquita.

martes, enero 18, 2005

El mirador

El frió de montaña, la niebla de oscura noche iluminada por los focos del coche, el silencio entre pinos.
Sus labios se perdían entre los míos mientras en la radio se oía Esos ojos negros no los quiero ver llorar...
Mis manos, más terrenales, buscaban infatigables el enganche de su sujetador.
La visión de sus pequeños pechos de preciosos pezones sonrosados como recompensa.
Los suspiros dejaron paso a los gemidos cuando mi lengua penetró entre sus bragas negras.
Sus suaves besos se convirtieron en fieros mordiscos en mi cuello y sus intimas caricias se transformaron en crudos arañazos en mi espalda cuando, encima suyo, sentía entrar en lo más profundo de su cuerpo.

viernes, enero 14, 2005

Acompáñame

Cogiéndome de la mano me dijo al oído, Acompáñame al baño, quiero hacer algo y quiero que lo veas.
Fui al baño con ella, pasamos y cerró la puerta tras de mi, puso el pestillo y me invito a sentarme.
De pie, comenzó a contornear la cintura al tiempo que se subía la falda negra. Acariciando sus muslos, de un apetitoso tono moreno, cada vez mas descubiertos, fue deslizando una de sus manos hacia las braguitas que ahora ya podía contemplar perfectamente, las vi caer a lo largo de sus piernas y tras ellas vi un precioso pubis rasurado salvo por una pequeña raya vertical.
Sus manos comenzaron a jugar entre los labios mientras apoyaba una de las piernas en la bañera. Podía ver perfectamente como sus largos dedos de afiladas uñas abrían, estiraban y recorrían, sus sonrosados labios, pude ver como se penetró con un dedo, pude ver sus ojos mientras el ritmo de su mano ascendía al igual que mi excitación.
Ella me sonreía entre jadeos, y ahora, con las dos manos, jugaba a separar sus labios mostrándome su húmeda rajita.
Mis manos inquietas se acercaban a mi pene cuando ella mirándome a los ojos me dijo, No, no, solo mirar, no te toques.
Fue difícil aguantar mientras ella recorría sus labios de arriba abajo, acabando en su clítoris. Fue difícil ver como eran dos los dedos que introdujo en su coño, sin poder tocarme, y fue difícil oír sus jadeos, mirarnos fijamente, mientras su mano alcanzaba una extraordinaria rapidez antes de detenerse por completo.
Fue difícil no tocarme mientras se corria.

miércoles, enero 12, 2005

Sorpresa...

El timbre sonó seco, oí pasos acercándose al otro lado de la puerta y tras ella unos ojos grises me sonrieron, nos presentamos con dos besos y la acompañe hasta el salón. Me invito a sentarme y tomar algo. Denegué su oferta y cogiendo su cintura la apreté contra mi penetrando sus labios con mi lengua. La sorpresa con la que actué me permitió no dar explicaciones ni recibir el rechazo de una desconocida, mientras mi lengua jugaba en su boca levante su falda hasta la cintura, llevando mis manos a su pubis, que acaricie sobre las bragas blancas, se las baje hasta las rodillas, lentamente acaricie sus labios, la oía suspirar entre besos y cuando la penetré con dos dedos oí su gemido.
La arroje al sofá y encima suyo, con una rodilla a cada lado, le quite el suéter al tiempo que jugaba con sus tetas, ella estaba como paralizada. Lamía sus pechos de duros pezones mientras la polla se situaba entre sus labios. Intentaba quitarme de encima. Agarre sus brazos por las muñecas, y los sujete a la altura de su cabeza. De un ligero movimiento de pelvis introduje mi polla en ella mirándole a los ojos. Seguía en silencio, se mordía el labio inferior e intentaba hacer ver que no le gustaba. Mis movimientos cada vez eran mas rápidos, más violentos. Y a la fuerza de sus brazos intentando soltarse se unía la de su pelvis, luchando contra mi, contra la penetración. Moviéndose desacompasada, intentando expulsarme de su mundo, e intentando, no gemir de placer, intentando mantener el silencio, apretaba más sus labios haciendo que mis besos se limitaran a juegos de mi lengua entre ellos.
Mis bruscas penetraciones me llevaban al orgasmo y entre gemidos seguía mirándola, viendo como también ella comenzaba a gemir. Su pecho vibraba con fuerza y en medio de nuestras corridas oí como me gritaba...
-¡Dioooos, como me gustan estas fantasiaaas!

martes, enero 11, 2005

Postre para dos

Sus endurecidos pezones se ocultaban bajo una blanca montaña de nata que mis labios retiraban para mostrar sus enormes pechos.
Caprichosas formas en su vientre dibujadas por el caramelo eran deshechas por mi lengua al recorrer su ombligo.
Sus sonrosados labios chupaban uno de mis dedos cubierto de chocolate mientras nos mirábamos en silencio.

lunes, enero 10, 2005

Recuerdos...

Cientos de personas andaban apresuradas frente a mi, mis pies me llevaban lentamente de tienda en tienda, en busca del regalo imposible bajo una lluvia de luces brillantes.
Una mirada conocida, una antigua sonrisa, se cruzó en mi camino, por segundos quedamos paralizados antes de poder articular nuestros nombres, su sonrisa no había cambiado, sus ojos ahora eran mas intensos, a los catorce años los ojos tienen otro brillo.
Besos en las mejillas, abrazos, sonrisas, y palabras. Palabras del estilo, ¡cuanto tiempo!, no habíamos vuelto a vernos desde que lo dejamos..., que alegría volver a verte..., hay tanto de lo que hablar..., quieres que cenemos juntos algún día.., me encantaría....
Aquel jueves pasé a recogerla. Detuve el coche frente al portal al que hace más de diez años llegaba andando tras subir la cuesta que forma la ancha calle de casas bajitas y blancas. Todavía no había llamado al timbre cuando la puerta se abrió y salió con su enorme sonrisa, sus rizos morenos habían dejado paso tras estos años a un pelo rojizo y liso, su cara de traviesa jovencita se había tornado en rasgos afilados tras las sombras del maquillaje. Dos besos y subimos al coche. Mientras conducía sentí la extraña sensación de leer un libro de la infancia tumbado en la enorme cama de matrimonio, sentí la sensación de contemplar las fotos infantiles junto a una mujer que besa tus labios, la extraña sensación de lo anacrónico.
Cenamos en un italiano de puerta dorada e intima decoración, a la luz de velas que nacen de las paredes.A la salida, en la estrecha calle de oscuras fincas y suelo húmedo nos besamos, y sentí en mis labios los labios que me enseñaron a besar, y recordé la sorpresa de acoger por primera vez su lengua en mi boca, y sentí en ese beso desconocido, aquel beso aprendido de memoria, aquel beso que se intenta copiar durante toda la vida, el primer beso.

martes, enero 04, 2005

Carta a los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos, este año no os voy a pedir para mi, este año quiero que lo que porten vuestros camellos desde el lejano y exótico oriente sea para mis lectores, me gustaría que para todos trajerais algo especial, algo que pueda hacer que sus ojos brillen como la estrella que os guía desde hace noches.
Por eso, me gustaría pediros...

...para Natalia, un presente que ilumine su vida, un presente que deje su pasado como buenos recuerdos, un presente que sea presente, pasado y futuro, un presente que dé luz al precioso cuadro de su vida, para que todos lo podamos contemplar.
...para La Vecinita , un hombre con el que discutir, un hombre con el que reír, un hombre con el que follar, un hombre con el que hablar, un hombre con el que gritar, un hombre con el que hacer el amor, un hombre con el que pasear, un hombre con el que llorar, un hombre con el que correr, un hombre con el que correrse, un hombre con el que sudar, un hombre con el que gemir... y a ser posible, que no se conozcan entre ellos.
...para Elisabeta , que viva su vida allí arriba, en lo alto del manzano, con las personas que realmente valen la pena, con las personas que se molesten en coger una escalera y subir a la copa del manzano, porque lo bueno esta allí arriba, y ese es el sitio de Elisabeta.
...para Maricoché , una sonrisa, una caricia, un beso, una mirada, todo eso siempre a su lado, siempre compartiendo su vida, esperándola a la salida del trabajo, enjabonándola en la bañera, haciéndole el amor en la cama, siempre contemplando sus ojos brillar.
...para Elsacapuntas , ilusión, ilusión por seguir escribiéndonos, ilusión para volver por su blog, ilusión de seguir por aquí.
...para LuaDark , más fetichismo, más bdsm, más pasión y más morbo, para que no te aburras ni un solo segundo.
...para Jo, un barco, un viaje al otro lado del océano, una visita a España.
...para Littlethoughs
mucha felicidad para disfrutarla con el otro regalo que pronto le vendrá.

Y para todos los que habéis comentado alguna vez (espero no haberme olvidado a nadie) ...
Naia
Gemmita
Rebecca y Daniel
Niobe
Tink
Jorge
Lunaaaaa
siloam
DIVINIDAD-AFRODITA-PRIAPO
Bo Peep
Ella
Teseo
Atalía
Bankart
Onthedot
Paprika
Lucy in the sky with diamonds
Gatita
El afilador
Clara
Brumas
Selvio
...y para todos los que leéis pero no tenéis nada que decir, espero que os traigan todo lo que deseis y ganas de volver por aquí.

lunes, enero 03, 2005

Nieve

El frío de la ventana cubierta por la nieve contrastaba con el calor de la hoguera frente a la manta granate extendida en el suelo. Ella permanecía tumbada, completamente desnuda, con la piel dorada por el brillo del fuego, el largo cabello ocultaba su hermoso cuello, sus labios de un intenso rojo estaban entreabiertos, sus pechos subían y bajaban al ritmo de su excitada respiración, el crepitar de la leña consumiéndose marcaba el ritmo de mi lengua recorriendo su entrepierna. Solo sus gemidos perturbaban el silencio de la tarde.
Me alcé y la penetré oyendo retumbar el sonido de mi polla hundiéndose en ella.
La nieve de las ventanas se derretía.