jueves, marzo 31, 2005

Madurez

Tan solo 15 años labran su piel. Una piel tersa y blanca que da la sensación de poder romperse como una débil figura de cristal al mínimo descuido. Su mirada es profunda, demasiado intensa para su edad. Una mirada que te hipnotiza mientras mantiene una conversación ajena a su edad, una conversación cruda sobre la mentira de los sentimientos, unas palabras marcadas por algún hecho que no logro descifrar ¿quizá un amor roto? ¿quizá una dolorosa infancia? ¿quizá la cruda realidad?

martes, marzo 29, 2005

La Fiesta

Nos encerramos en una habitación del primer piso, se oía la música en la planta baja mientras nosotros en silencio, con las manos cogidas, uno frente al otro, nos mirábamos a los ojos.
Sus labios se aproximaron a los míos, su lengua buscaba en mi boca, mientras nuestros cuerpos se juntaban. Mis manos en su cintura la estrechaban contra mi, y notaba la presión de mi excitada polla en su pelvis, de la misma manera que notaba sus pechos aplastarse contra mi.
Nuestros besos eran lascivos, húmedos, calientes, eran besos de presagio.
Eran besos mientras mis manos la desnudaban, arrojando al suelo su camisa, dejando al descubierto sus pechos sostenidos por un hermoso sujetador negro, contraste precioso con su morena piel.
Mis labios apresaban los suyos en una lucha encarnizada intentando apagar sus gritos, mis manos sujetando sus muñecas contra la cama transmitían a sus brazos la tensión de todo mi cuerpo. Mi polla se hundía dentro suyo, y mi culo se apretaba más y más, como intentando introducir todo mi cuerpo en su coño, como intentando penetrarla con todo mi ser.

miércoles, marzo 23, 2005

Salado

El salado sabor de sus besos despertaban en mi el deseo de su cuerpo, deseo de lo desconocido, de lo nunca visto, el deseo de follar y gritar, gritar y cabalgar encima de una mujer que cierra los ojos al borde del abismo, al borde del mar, del mar salado.

jueves, marzo 17, 2005

Sed

Y su cuerpo desnudo se retorcía en la cama como una serpiente, una serpiente sedienta que buscaba una fuente donde saciarse.
Y con rápidos movimientos sobre su propio cuerpo, mostrando sus pechos desnudos de puntiagudos pezones, su culo enrojecido por las ultimas embestidas y sus pálidos muslos, encontró la verga que saciaría su sed y la aprisionó con fuerza entre sus manos. Y hundiendo su culo en mi cara, la polla desapareció entre sus oscuros labios.

viernes, marzo 11, 2005

Un papel

Una vez por semana coincidíamos en aquella clase de Inteligencia Artificial, eran dos horas, pero no parecían más de cinco minutos.
Mis ojos estaban durante las dos horas recorriendo su cuerpo, sus hermosas manos de largas uñas, o sus preciosos ojos claros perfilados con una oscura línea de rimel. O sus voluminosos labios siempre pintados de un llamativo rojo brillante.
Nuestras miradas se cruzaban una y otra vez y solo sonrisas salían de nuestros labios. Aun hoy, cuando cierro los ojos recuerdo aquellos descansos viéndola esperar, fumando suavemente, mientras uno de sus brazos se cruzaba bajo sus voluptuosos pechos.
Un mediodía, cuando fui a coger el coche encontré una hoja en el parabrisas:
¿Te gustaría llamarme?
Pensé durante toda la tarde si debía hacerlo o no, tenia la certeza que el número escrito en aquel papel era el teléfono de aquella chica pero me sentía inseguro, ¿que decirle?.
No llame.
Días después volvimos a coincidir en aquella clase, nuestras miradas ya no se cruzaron.

miércoles, marzo 09, 2005

Sonidos

En nuestra primera cita no dejamos de hablar de nuestras respectivas parejas durante la comida y al despedirnos fue ella quién se lanzó a mis labios.
Mientras yo besaba los suyos, pequeños y carnosos, dulces y frescos, mis manos agarraron su estrecha cintura y la estrecharon contra mi.
La segunda cita fue en un restaurante Canario. Hablamos de nosotros, reímos, y yo me abandoné a la contemplación de sus hermosos labios.
Aquella noche, tras un par de copas, nos encontrábamos en la parte trasera de su coche.
Mis lentos besos recorrían su mejilla descendiendo por el cuello hasta alcanzar sus hombros.
Mis manos ligeras jugaban en su vientre tras desabrochar la camisa negra con la que apareció en el restaurante horas antes.
Sus pechos se mostraron redondos bajo el sujetador negro. Ante aquella estampa me detuve.
Sonreía, la contemplaba y ella me miraba a mi mientras desabrochaba el sujetador y dejaba a la vista unos pequeños pezones sonrosados.
Mis manos desabrocharon su pantalón vaquero mientras mi boca se perdía bebiendo de su boca y lamiendo sus pezones que se endurecían y apuntaban tremendamente.
Aparté su braguita para que mis dedos jugaran entre los primeros labios rasurados que veía. La humedad hizo resbalar mi primer dedo dentro suyo, también el segundo y el tercero entraron, al tiempo que sus gemidos aumentaban y la dureza de sus tetas llenaba mi boca.
Pronto fue ella la que se quito las bragas y se sentó sobre mi llevando mi polla a ocupar el hueco que abandonaron mis dedos.
Aquel gemido mientras descendía sobre mi dejó paso a un silencioso suspiro, y mientras me cabalgaba, su respiración en mi boca y ese gemido seco, opaco, se introdujo en mi mente.
De aquella noche recuerdo aquel suspiro mientras respiraba en mi boca.

lunes, marzo 07, 2005

Tres camas

Sobre el mojado papel pegado a la farola, todavía se podía leer la oferta en letras desdibujadas:
Se comparte piso en la plaza Xuquer. Tres habitaciones, dos baños, cocina totalmente equipada.
Preguntar por Sara.
Froté mis ojos para que el sueño de las siete de la mañana no despistara ninguno de los números y llame por teléfono.
Al mediodía, una chica de unos 18 años, morena y de ojos azules me abría la puerta del piso y se presentaba como Sara. Dentro, su amiga Laura, rubia, de cuerpo voluptuoso, se reía hablando por teléfono.
No era muy grande la casa, pero la habitación desocupada era perfecta para mi, una estantería vacía ocupaba la pared del fondo, una larga cama bajo la ventana era iluminada por el sol del mediodía.
Al día siguiente fue Laura quien abrió la puerta y me ayudo a pasar todas las bolsas.
Todas las mañanas despertaba el primero, a tientas iba al baño que solo utilizaba yo y dejaba que el agua caliente recorriera mi cuerpo desde la cabeza hasta los pies. Con una toalla en mi cintura me acercaba a la cocina y dejaba calentando la leche y unas tostadas mientras veía las noticias.
Después de desayunar volvía a mi cuarto a vestirme y cuando salía de él mis dos compañeras de piso desayunaban zumo y fruta en la cocina.Durante el tiempo que estuve en aquella casa, solo se utilizaron dos de las tres camas.

martes, marzo 01, 2005

Un instante

La noche brillaba dorada alrededor de nuestros cuerpos y el crudo frío acentuaba las sombras de los edificios mientras mis ojos, furtivos, se escondían cuando nuestras miradas se cruzaban.
Las palabras se agolpaban en mi mente impacientes por salir, la sonrisa en mis labios se dibujó desde el momento en que su bella figura cruzó el portal.
Mis pies se movían rápidos sobre la fría piedra, como intuyendo la escasez de tiempo, porque aún todo el tiempo del mundo sería poco.
Y así, el calor de una iluminada cueva nos cobijó. Y sus ojos brillaban y sus palabras sonaban dulces en mis oídos. Y el tiempo se detuvo por fin, durante horas, porque la vida se vive por momentos.
Y en aquel momento la vi por primera vez, el mismo momento en que vi su bella sonrisa, el mismo momento en que me perdí en sus ojos, acompañado por sus palabras, el mismo momento en que salimos de allí y recorrimos las calles doradas atando aquel instante entre ellas, volteando monumentos, pasando por estrechas calles para que nunca de allí nos desligáramos.
Y acabamos refugiados en un coche negro, bajo la blanca ciudad que tiene el poder de guardar tus palabras hasta la persona deseada.
Y solo un instante había pasado desde que apareciste tras aquella puerta hasta que nuestros labios se unieron sintiendo todo tu cuerpo en mi boca.