martes, febrero 14, 2006

Carta en papel

Premios TODAS 2006
Estaba pensando como podría felicitarte este día. Al principio iba a comenzar dándote las gracias por todo lo que me has ofrecido en este tiempo. Esas cosas tan sencillas pero tan valiosas como los besos que me has dado llenando de cariño estos años, o las veces que he aparecido en tu mente cuando no estábamos juntos, esos momentos en los que te has puesto a pensar en mi sin motivo alguno, o todo lo que me has ido enseñado con la paciencia que solo tú tienes conmigo, explicándolo una y mil veces, o las cosas que me has enseñado sin necesidad de explicarlo, estando ahí, a mi lado, esperando que yo solo lo aprendiera, o las caricias que me has dado cuando era una caricia justo lo que necesitaba, o cuando ni yo sabia lo que necesitaba, y como no, las sonrisas que me has dedicado, esas sonrisas que guardas solo para mi, esas sonrisas que me ensanchan el pecho al verlas.
Pero ya sabes que no me gusta mucho darte la razón, por eso descarté darte las gracias y pensé que quizá lo mejor seria decirte lo orgulloso que estoy de ti, lo bien que me siento sabiendo que la mujer de la que estoy enamorado , además de bellísima, es una chica increíblemente inteligente, es buena y sincera. Y además, se esfuerza cada día por ser un poco mejor que el anterior. Sin duda debería contarte aquí lo orgulloso que me siento de ti, de que hayas estado esforzándote por superarte cada día, más aún cuando tienes que soportar a un cabezón de mal carácter difícil de aguantar. Debería contarte las veces que me has dejado con la boca abierta de admiración, aunque luego no haya dicho nada, las veces que he sonreído sabiendo que tengo la suerte de compartir mi vida con una increíble mujer, las veces que en silencio una lágrima a recorrido mi mejilla hasta llegar a mi sonrisa porque no había sitio para ella entre nosotros dos.
Pero supongo que también sabrás que no me gusta mucho parecer adulador, por eso decidí que en esta carta tampoco hablaría de eso.
Y como soy tan egocéntrico, al final decidí que en esta carta hablaría de mi, decidí que te contaría que todas las mañanas, cuando abro los ojos en la cama, noto el calor de tu cuerpo que ha compartido la noche conmigo. Y entonces una sonrisa se dibuja en mis labios, y a lo largo del día, solo pensando en ti podré recuperar esa primera sonrisa. Y cuando conduzco por la ciudad, dirigiéndome al trabajo, no dejo de mirar el reloj para saber si ya te habrás despertado, y cuando comiendo pruebo un buen bocado me gustaría tenerte cerca para compartirlo contigo, y cuando veo el arco iris en el cielo después de la tormenta, me gustaría que estuvieras viéndolo conmigo, y tu nombre sale de mi boca mil veces al día, porque cuando hablo de ti te siento un poquito más cerca. Y cuando por fin nos vemos, desaparecen todos los miedos, todas las frustraciones y todos los agobios, porque cuando te estrecho en mis brazos sé que nada malo me podrá pasar. Me gustaría decirte, que cuando me acuesto todas las noches, cierro los ojos soñándote.

lunes, febrero 06, 2006

Control

Agarra mis muñecas juntándolas en su mano y allí las rodea varias veces con una pequeña soga haciendo un nudo final. Sigo notando sus muslos, uno a cada costado, apretados para mantenerme inmóvil. Lleva mis manos hacia la cabecera de la cama y las engancha a una cadena sujeta a su vez al cabezal. Cada vez estoy más nervioso, aunque mirar su cara de niña siempre me tranquiliza. Sonríe mientras se inclina sobre mi y pasea su lengua sobre mis labios. Busco los suyos pero se retira. Sigue sonriendo.
Ahora su lengua recorre mi pecho practicando surcos imposibles mientras sus manos acarician mis caderas desnudas y en un ascenso vertiginoso alcanzan mis hombros, mi cuello, donde descubro que van acompañadas por un pañuelo, y por ultimo mis mejillas, justo antes de penetrar en la oscuridad impuesta por el pañuelo que cubre mis ojos y se anuda tras mi cabeza. Ya no obtendré la tranquilidad viendo su cara de niña.
La oscuridad viene acompañada de silencio y sus labios jugando en mi cuello los percibo mejor que nunca. Labios calientes que descienden por el pecho y juegan en uno de mis pezones que endurece envuelto en caricias.
Una de sus manos se desliza por mi ombligo hasta llegar a la hebilla del pantalón que desabrocha...