Contemplaba las mesas al ritmo del sonido de los cubiertos chocando contra los platos y el leve murmullo de la gente hablando. Parejas, grupos de amigos, familias, todos parecían charlar entre bocado y bocado. Minutos antes hubiera pensado que estábamos solos, hubiera pensado que nada se oía en el restaurante salvo su suave voz.
Abandoné mis pensamientos al verla retornar por la puerta que conducía a los servicios. Se acercaba a la mesa tan radiante como un par de horas antes cuando salio del portal de su casa con un ceñido vestido rojo que dejaba al descubierto sus rodillas oscurecidas por las medias para subirse a mi coche.
Me sonrió al tiempo que se sentaba, al inclinarse su prominente escote me transportó a una gran cama, a rítmicos movimientos encima mío, a sus pechos subiendo y bajando acompasados con mis penetraciones.
- Te he traído un regalo.- Fueron las palabras que me devolvieron al restaurante.
- Vaya, ¿del servicio? ¿que es?
- Míralo tu mismo, esta ahí dentro. - Me dijo, alargándome el pequeño bolso negro a juego con sus zapatos de altos tacones.
Lo cogí, lo acerque a mi regazo, y con un pequeño clic lo abrí para observar su interior. Mi corazón comenzó a palpitar, sentí la excitación recorrer mi cuerpo en el preciso instante en que descubrí un tanga rojo allí dentro. Levante la vista sin que ninguna palabra pudiera salir de mi boca. Ella sonreía.
Abandoné mis pensamientos al verla retornar por la puerta que conducía a los servicios. Se acercaba a la mesa tan radiante como un par de horas antes cuando salio del portal de su casa con un ceñido vestido rojo que dejaba al descubierto sus rodillas oscurecidas por las medias para subirse a mi coche.
Me sonrió al tiempo que se sentaba, al inclinarse su prominente escote me transportó a una gran cama, a rítmicos movimientos encima mío, a sus pechos subiendo y bajando acompasados con mis penetraciones.
- Te he traído un regalo.- Fueron las palabras que me devolvieron al restaurante.
- Vaya, ¿del servicio? ¿que es?
- Míralo tu mismo, esta ahí dentro. - Me dijo, alargándome el pequeño bolso negro a juego con sus zapatos de altos tacones.
Lo cogí, lo acerque a mi regazo, y con un pequeño clic lo abrí para observar su interior. Mi corazón comenzó a palpitar, sentí la excitación recorrer mi cuerpo en el preciso instante en que descubrí un tanga rojo allí dentro. Levante la vista sin que ninguna palabra pudiera salir de mi boca. Ella sonreía.
- Es lo que piensas, hace cinco minutos lo tenia entre las piernas. Ahora estoy más fresquita.
7 comentarios:
Baco leyendote casí me he sentido como una muda observadora en ese restaurante,quizás en la mesa de al lado,quizás también despojada de...jejeje.Besitosssss,me ha encantado ^_^
Tin tin tin, el tintineo de la cucharilla me acaba de devolver a mi habitación, por un momento estaba mmm....touché Baco!!!
Lo que a mi me transporta a una gran cama donde dar rienda suelta a nuestros sueños, los mios con él, es leerte, querido Baco.
Supongo que el calor de la chica era fruto de tus habilidades y derroche de imaginación; la comprendo perfectamente...
Un besito
Natalia
Elisabeta, quizá estabas al lado, quizá eras esa bella chica muy bien acompañada que mire cuando ella todavia no habia llegado del baño.
Maricoché, tendré que suprimir el tintineo de la cuchara en el proximo relato para que no vuelvas a tu habitación.
Ains Natalia, siempre leyendome, me ruboriza usted.
Baco,Baco,Baco,por un momento me he sentido parte de ese restaurante y de esa situacion tan...
"¿Van a tomar café señores?"
Debvil
Debvil, todos somos participes de esas situaciones :D
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