La noche brillaba dorada alrededor de nuestros cuerpos y el crudo frío acentuaba las sombras de los edificios mientras mis ojos, furtivos, se escondían cuando nuestras miradas se cruzaban.
Las palabras se agolpaban en mi mente impacientes por salir, la sonrisa en mis labios se dibujó desde el momento en que su bella figura cruzó el portal.
Mis pies se movían rápidos sobre la fría piedra, como intuyendo la escasez de tiempo, porque aún todo el tiempo del mundo sería poco.
Y así, el calor de una iluminada cueva nos cobijó. Y sus ojos brillaban y sus palabras sonaban dulces en mis oídos. Y el tiempo se detuvo por fin, durante horas, porque la vida se vive por momentos.
Y en aquel momento la vi por primera vez, el mismo momento en que vi su bella sonrisa, el mismo momento en que me perdí en sus ojos, acompañado por sus palabras, el mismo momento en que salimos de allí y recorrimos las calles doradas atando aquel instante entre ellas, volteando monumentos, pasando por estrechas calles para que nunca de allí nos desligáramos.
Y acabamos refugiados en un coche negro, bajo la blanca ciudad que tiene el poder de guardar tus palabras hasta la persona deseada.
Y solo un instante había pasado desde que apareciste tras aquella puerta hasta que nuestros labios se unieron sintiendo todo tu cuerpo en mi boca.
Las palabras se agolpaban en mi mente impacientes por salir, la sonrisa en mis labios se dibujó desde el momento en que su bella figura cruzó el portal.
Mis pies se movían rápidos sobre la fría piedra, como intuyendo la escasez de tiempo, porque aún todo el tiempo del mundo sería poco.
Y así, el calor de una iluminada cueva nos cobijó. Y sus ojos brillaban y sus palabras sonaban dulces en mis oídos. Y el tiempo se detuvo por fin, durante horas, porque la vida se vive por momentos.
Y en aquel momento la vi por primera vez, el mismo momento en que vi su bella sonrisa, el mismo momento en que me perdí en sus ojos, acompañado por sus palabras, el mismo momento en que salimos de allí y recorrimos las calles doradas atando aquel instante entre ellas, volteando monumentos, pasando por estrechas calles para que nunca de allí nos desligáramos.
Y acabamos refugiados en un coche negro, bajo la blanca ciudad que tiene el poder de guardar tus palabras hasta la persona deseada.
Y solo un instante había pasado desde que apareciste tras aquella puerta hasta que nuestros labios se unieron sintiendo todo tu cuerpo en mi boca.
6 comentarios:
Baco te puedo afirmar que este post es el que más me ha gustado de todos los que te he leído hasta ahora.ME HA ENCANTADO!Felicidades,no sé si existe bella damita que te inspira pero...el post es bellisimo.Besitos
La vida se vive por momentos, y hay momentos que por mucho empeño que pongamos no podemos olvidar.
Y en esos momentos el frío no importa, y es la única forma de saber que estas materializando un deseo, un sueño iniciado sin darnos cuenta y tejido palabra a palabra, como los buenos cuentos, un sueño donde solo tienen cabida los sentimientos que no entienden de distancias ni situaciones.
Y son esos momentos tan mágicos que no puedes entender que sea sólo la primera vez que te pierdes en sus ojos negros, que tu mirada acaricia su cuerpo y tus labios prueban su boca.
Muchas gracias por tus palabras Elisabeta, no te imaginas cuanto me ha gustado leerlas...
Un beso.
Qué decir Natalia, tienes razón, la vida se vive por momentos...
Un beso guapa.
Y me dejas las puertas abiertas para despertar a mi imaginación y fabular sobre todo lo que vino después de ese instante en que ella apareció tras la puerta.
Stand By, las puertas siempre estan abiertas, nada mejor que la imaginación... ;-)
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