Había oído hablar mucho de aquella discoteca.
Puertas de madera de olivo cerraban el paso a los curiosos, una amplia sala de tonos morados, vacía, seguramente porque la hora era temprana para los habituales del local.
No más de diez personas deambulábamos por allí cuando entré, pero tras una hora los roces se hacían inevitables por la abundancia casi obscena de gente con copas en la mano.
Cuando la vi, la sensualidad de sus pequeños pechos, de sutil silueta y sorpresa oculta, contrastaban con la voluptuosidad de pechos enormes, de escote redondo y curvas imposibles que llenaban aquel antro. Su altura excesiva reducía hasta la desaparición la notoriedad de sus curvas. Su vestido, ceñido, marcaba los pezones en el raso azul marino que los cubría, a ellos solos, pues en este caso no había tetas que cubrir.
De largos labios y afilado rostro, sus ojos claros y su sonrisa diabólica anunciaban peligro tras la dulzura de sus palabras ocultas por el humo del cigarro.
Puertas de madera de olivo cerraban el paso a los curiosos, una amplia sala de tonos morados, vacía, seguramente porque la hora era temprana para los habituales del local.
No más de diez personas deambulábamos por allí cuando entré, pero tras una hora los roces se hacían inevitables por la abundancia casi obscena de gente con copas en la mano.
Cuando la vi, la sensualidad de sus pequeños pechos, de sutil silueta y sorpresa oculta, contrastaban con la voluptuosidad de pechos enormes, de escote redondo y curvas imposibles que llenaban aquel antro. Su altura excesiva reducía hasta la desaparición la notoriedad de sus curvas. Su vestido, ceñido, marcaba los pezones en el raso azul marino que los cubría, a ellos solos, pues en este caso no había tetas que cubrir.
De largos labios y afilado rostro, sus ojos claros y su sonrisa diabólica anunciaban peligro tras la dulzura de sus palabras ocultas por el humo del cigarro.
Cintura de avista y movimientos de cadera, que acompasaban unas largas piernas desnudas, me hipnotizaban mientras la veía alejarse a los servicios con la espalda solo cubierta por su largo pelo cobrizo.
10 comentarios:
Buenos dias, dulce Baco.
Hace dias que no sabemos nada de ti.... te he echado de menos....no tardes tanto en volver.
Un beso.
Uys...no quiero ser "malpensada" con lo que hay en el fondo de la discoteca,jejeje.Besitos ^_^
Mi dulce Baco, siempre con ese deseo tan innato en tí, cuándo hablas de ellas.....qué sutil, lengua tienes....
Un beso mi niño.
Galilea, gracias por tus palabras, intentaré escribir más a menudo, solo que, cada vez me cuesta más...
Un beso guapa.
Jajaja, elisabeta, que piensas que hay en el fondo? sorprendeme!!!
Besos!!!
Paquilou, cuantas alabanzas...
Un besazo!!
Sera que todo me sabe a poco...
Sera que deseo mas de ti.....
Ah no Baco! Esperaré a ver si nos "confiesas" que la seguiste y lo averiguaste..jeje
Galilea, me ruborizas...
Un beso.
Elisabeta siempre espera...
bueno, tambien yo sabré esperar.
Un beso dulce.
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